Corría el año 2007 y un Colegio del cual no puedo dar el nombre se fue
de viaje de egresados. Era una división de unos 35 alumnos, entre chicos y
chicas más o menos en cantidades similares. El viaje no lo hicieron por ninguna
de las 3 empresas más conocidas del país, sino por una empresa nueva. Que si
bien no tenía renombre era mucho más barata y les había ofrecido más y mejores
cosas que las otras, de las cuáles permanentemente había rumores de que iban a
quebrar o iban a desaparecer.
El viaje transcurrió con absoluta normalidad, entendiendo como
normalidad para un viaje de egresados el desenfreno, el descontrol y la
rebeldía adolescente que lo caracterizan. Las excursiones fueron más o menos
las mismas de siempre. Los paseos también, los boliches, los clásicos del
lugar, excepto uno, excepto una fiesta especial que sólo en esta empresa se
realizaba.
Dicha fiesta se hizo en un boliche exclusivo. Que quedaba en las afueras
del lugar turístico. El boliche tenía mucho parque afuera, era una casona muy
muy grande reformada y transformada en un boliche bailable fantástico. No sólo
el boliche era exclusivo de esta empresa de viajes, sino que esta fiesta
también era exclusiva en cuanto a quien podía participar y quién no. Cuando les
cuente el nombre de la fiesta ya se van a dar una idea de porqué.
Esta fiesta, la mejor sin duda que daba esta compañía, aunque no era
para todos los que viajaban por ella recibía el nombre de “La Fiesta de las
Bombachas” (Fiesta de las Tangas). Ahora tal vez se imaginen porque digo que
esta fiesta tenía un carácter exclusivo y excluyente. Era exclusiva de esta
empresa, por otra parte el lugar era muy lindo, muy selecto y exclusivo y
además de esta fiesta estaban excluidos todos los varones que viajaban por esta
empresa.
Esa noche, la noche que se dio esa fiesta, las chicas subieron a un
micro y los varones a otro. Los varones irían a bailar a un conocido boliche
que tiene nombre de operación del corazón.
En el micro Maxi el Coordinador General dijo: “Bueno chicas, hoy cómo
bien saben tendremos una fiesta no oficial. Una que no figura en el plan de
excursiones pero que sin duda es una de las más divertidas. Y les estoy
hablando de “La Fiesta de las Bombachas”. Sí, hoy vamos a ver quién es la más
putita, la que tiene la tanguita más linda, la más chiquita, la que está más
dispuesta a todo y quién es la mejor en el sexo”. Las chicas se miraron algo
sorprendidas por los excesos verbales de Maxi, pero eran grandes y ninguna se
asustó por lo que estaba diciendo. Además como es típico en los viajes de
egresados y en los grupos adolescentes todas querían mostrarse como la más
zarpada y/o la más transgresora.
Llegaron al boliche, bajaron del micro y entraron.
Para dar inicio a la fiesta, Maxi tomó el micrófono y dijo: -“Que comience
la fiesta, que comience la diversión” Y la música comenzó a sonar a todo
volumen. El clima de fiesta en el lugar era avasallante, todos bailaban, todos
se movían, nadie se quedaba quieto, todos estaban eufóricos. Las primer hora
fue una hora normal de boliche, mucha gente, mucho alcohol, todos bailando y
alguno que otro afortunado/a estaban intercambio besos y demás con otras
personas.
A partir de la segunda hora la cosa se empezó a poner realmente
caliente.
Cada tanto Maxi tomaba el micrófono principal y anunciaba algunos “Happy
Hours”. Para el primero que anunció dijo: “A partir de ahora se inicia el “Teta
Hour”, que significa esto, que la señorita que vaya hacia la barra y le
entregue su remera al barman de turno se lleva una cerveza de litro y la que se
acerque a cualquiera de las barras y le entregue al barman que la atienda su
remera y su corpiño se lleva un champán de litro para brindar con sus
compañeras”. Fue increíble como al poco tiempo varias chicas, muy bien
predispuestas, se paseaban en senos y brindaban contentas con champagne con sus
amigas.
“Que zorras” le comentaba uno de los coordinadores a otro, “Mirá lo que
hacen por un champagne gratis. Que putitas”.
Carla la protagonista de nuestra historia, fue una de las primeras en ir
y cambiar su remera y su soutien por un champagne de litro que exhibía como un
trofeo al igual que sus senos orgullosa ante sus amigas.
Otra situación común en esta fiesta era la siguiente, pongo como ejemplo
una que le pasó a eso de las 3.15 de la mañana también a Carla: “A ver la
bombachita” le dijo un ayudante de coordinador. Y la señorita a quién se
refería lo miró de arriba abajo y … cómo era costumbre en la fiesta se bajó sus
ajustados minishorts y le mostró la tanguita que llevaba puesta. “¿Te gusta?”
Le preguntó desafiante, avasallante. El Ayudante de Coordinador por poco no se
quedó sin habla hasta que alcanzó a balbucear “Me encanta”. En esta fiesta era
clásico y costumbre que cada chica debía mostrar la tanguita ante quien se lo
pidiera.
No está de más aclarar que en esta fiesta solo participaban las chicas
de todas las divisiones y colegios que realizaban su viaje de egresados por la
compañía y los coordinadores. Mientras que los varones esa misma noche iban a
boliches normales de la zona. Entre el alcohol y otras cosas primero no se
dieron cuenta, pero al transcurrir la noche alguno se hizo la pregunta “¿Y
dónde están las chicas, nuestras compañeras?”. Pero nadie se detuvo a reparar
demasiado en ello, habiendo otras chicas de otros colegios que participarían de
“La Fiesta de las Bombachas” otro día. Algunos igualmente sí lo hicieron, por
ejemplo un chico de nombre Pablo no paraba de pensar dónde estaría su novia.
Mientras pensaba jamás se imaginaría que su novia estaba bailando casi como una
puta, semi-desnuda arriba de un parlante en otro boliche en la mencionada
fiesta especial. Su novia se llamaba Carla y mientras Pablo pensaba en ella,
Carla ya sólo cubría su cuerpo con un fina tanga blanca de encaje y sus dos
manos parar cubrir sus pechos, al tiempo que bailaba sin parar al ritmo de la
música. Y ella lo estaba pasando bien, de maravilla, nó como su novio. El cuál
estaba tan enamorado que era incapaz de ir a hablarle a otra chica. Que lindas
tetas tenía Carla y estaban a la vista de todos, al igual que muchas otras.
Carla seguía bailando arriba del parlante junto a otras chicas y cada tanto
algunos chicos se subían, bailaban un poco, las agarraban por detrás y las
apoyaban bien fuerte. Y luego les metían mano en las tetas y los más osados
incluso metían sus manos dentro de las bombachitas. Uno de los Coordinadores
que estaba bailando con Carla le tocaba las tetas y la vio tan divertida y
eufórica que pensó que no iba a tener problemas. Entonces se agachó por detrás
de ella y le bajó su bombachita dejándola completamente desnudita. Mientras
tanto su novio, estaba solo, aburrido en un rincón de otro boliche pensando en
ella. Algunas chicas se le acercaron pero las descartó sin siquiera prestarles
la menor atención.
Carla siguió bailando como si nada junto a sus amigas. Ahora toda
desnudita.
Situaciones como esta hubo muchísimas.
Otra cosa que ocurría en esta fiesta era que a medida que las chicas
iban quedando desnudas si querían podían pasar por un sector del boliche en el
que les aplicaban la técnica del “body painting” para una vez pintadas sacarse
fotos con sus amigas.
Carla se movía por el boliche desnuda con mucha naturalidad. Al igual
que muchas otras. Algunas semi desnudas, otras completamente. Por todos lados
se respiraba aire a fiesta y sexo. Muchos coordinadores o ayudantes de estos
estaban transando con alumnas y más también. Manoseandolas al máximo y muchos
también estaban teniendo sexo explícito en el lugar.
A Carla la manosearon como a todas una y otra vez. Al bailar con sus
amigas, o al caminar la toqueteaban. Ella estaba muy alegre debido al alcohol y
sonreía cuando pasaba esto.
Carla transó y estuvo con muchos chicos esa noche. No puedo contarles
todas las historias o “encuentros” que tuvo esa noche, pero sí puedo contarles
algunos. En un momento de la noche Maxi, el Coordinador General se le acercá a
Carla y le dice “Vení”. Carla lo sigue y Maxi la lleva cerca de la barra
principal del boliche. Ahí le presenta a un señor de unos 45 años
aproximadamente. “Él es ni más ni menos que el dueño del boliche. De este y de
dos más de la zona” le dice. Se saludan muy cálidamente. El sujeto estaba
tomando un champagne, de los caros, de los muy caros. Les invita una copa tanto
a ella como a Maxi.
Dueño del Boliche: – “Sos muy linda sabés”.
Carla: – “Gracias”.
La invitó a pasar al sector VIP del boliche. Maxi también fue y mientras
tomaba copas se entretuvo con otra/s señoritas.
Dueño del Boliche: – “Tomá, ponéte esto” le dijo mientras le daba un
conjunto de tanga y corpiño negros muy finos y muy minúsculos. Carla se los
puso.
Dueño del Boliche: – “A ver. Da una vueltita y desfila para mí”.
Carla dio una vueltita exhibiendo toda su belleza y caminó de un lado a
otro como si fuera una modelo en una pasarela.
El Dueño del Boliche le indicó que se sentara con él y comenzaron a
besarse. El Dueño comenzó a recorrer con sus manos toda la anatomía de Carla.
Le desabrochó el corpiñó y la dejó nuevamente en pechos. La besó un rato largo
más y puso la mano de Carla en su verga. “Agarra sin miedo, que seguro te gusta
y a mí también” le dijo. Carla era tocada pero también le tocaba el bulto al
dueño del boliche. En un momento le sacó el miembro de la bragueta y comenzó a
masturbar al hombre. Este ya estaba muy caliente, al palo. Y la tocaba a
más no poder, el culito, las tetas, la conchita por dentro y por fuera de la
bombacha.
“Ahora parate que te voy a sacar la tanguita”. Carla se paró y él le
bajó la tanguita. La arrojó a un costado e hizó que Carla se le subiera encima
dándole la espalda. Ella comenzó a subir y bajar. A “cabalgar”. Él mientras
ella subía y bajaba, le sujetaba fuertemente las tetas y le nalgueaba el culo.
Carla siguió subiendo, bajando y gimiendo. Una y otra vez. Él con su miembro al
palo disfrutaba y la toqueteaba. Cada tanto hacía que Carla girara su cabeza
para besarla apasionada y largamente en la boca. También le estimulaba el
clítoris. Ambos estaban a mil. Muy excitados y calientes. Carla era una diosa y
él tenía mucha experiencia en el sexo y sabía como hacer gozar a una mujer.
Carla siguió cabalgando, subiendo y bajando y él bombeando hasta que finalmente
acabaron. Ambos. Casi al mismo tiempo. Carla gimió y gritó de placer. Se retiró
de encima de él, pero se quedó a un lado tomando unos tragos.
El Dueño le comentó a Maxi en tono de broma: “Con esto ya tienen pago el
día en mi boliche”. Maxi sonrió y le dijo: “La verdad que no te podés quejar,
carne de primera”.
Al rato se echaron otro buen polvazo.
El cuerpo de Carla esa noche pasó por las manos de muchos hombres. Sus
tetas, su culo, su vagina fueron tocados por una cantidad de manos imposible de
contar. Aparte del dueño del boliche, Carla estuvo con muchos otros.
Cerca del final de la fiesta, tipo 6 de la mañana se hacía el “Concurso
del Mejor Blow Job” de la temporada. Tres chicos sentados en tres sillas. Tres
chicas de distintos colegios. El reglamento del concurso es muy simple: la que
primero hace acabar a su compañero y se bebe una generosa cantidad de leche
gana. Luciana, una turrita divina, morocha de hermoso cuerpo y especialmente
lindas tetas, ganó para su Colegio y aunque quedó con semen en la cara y en su
boca sus compañeras la adoraron porque se irían de segundo viaje de egresados
al Caribe con todo pago.
Para las 7 de la mañana la fiesta ya estaba casi terminando, la más
vestida y “rescatada” estaba en tanga, muchas otras estaban completamente
desnudas. Algunas mantenían puestas las zapatillas o zapatos, pero andaban en
tetas y en concha de un lado para otro sin problemas. La mayoría estaban
exhaustas y querían irse a dormir, sin embargo siempre están las que tienen
pilas para rato, Maxi anunció con el megáfono: -“Las que quieran continuar la
fiesta durante todo el día que vayan por la salida que está marcada con una X y
vayan subiendo así como están a los micros de color rojo”. Varias chicas
prácticamente o complemente desnudas fueron para esa puerta y fueron subiendo a
los micros rojos. Querían que la fiesta continuara y no terminara nunca.
Estaban en un estado de éxtasis, “sacadas”, mental y sexualmente. Entre este
grupo estaba Carla. Cuando los micros de color rojo estuvieron llenos, los
grupos de chicas semi-desnudas fueron llevadas a una orgía generalizada
organizada por los Coordinadores.
Carla no paraba ni un minuto, estaba en un estado de éxtasis total. En
el micro primero las chicas se sentaron y descansaron un poco. Pero luego el
chofer del mismo a pedido de Maxi, comenzó a poner música y poco a poco el
clima de fiesta comenzó a reinar en el ambiente. Carla como casi todas estaba desnudita.
El asiento continuo al que ella estaba entre sentada y acostada estaba vacío.
Un coordinador, de nombre Juan, se le sentó y comenzó a manosearla. Carla se
dejaba y disfrutaba de que su cuerpo fuera tocado. Juan comenzó masajeandole
suavemente las tetas. Luego al ver como Carla disfrutaba bajó de golpe y metió
mano en su coñito. Primero sólo tocando, luego introduciendo dedos, primero
uno, luego dos, luego tres. Y así comenzó a estimular a Carla repetidamente.
Carla empezó a gemir. Mientras tanto en el resto del micro ocurrían situaciones
similares. Carla siguió gimiendo como una perra, mientras dedos le seguían
introduciendo. Juan la hizo mojarse bien mojadita y finalmente acabar. Carla
pegó un gritó altísimo de placer. Tan alto fue que muchos miraron.
“Ahora date vuelta que te quiero comer el culito” le dijo Juan. Carla se
dio vuelta y Juan comenzó a “comerle el culito”. Que lindo culito. Redondito,
paradito, durito. Un manjar para la lengua de Juan. Una vez “saciado” Juan y
teniendo a esa belleza de espaldas no lo dudó se bajó los pantalones, sacó su
miembro erecto y lo introdujo de lleno en el ano de Carla. Comenzó a bombear.
Primero despacio. Luego entró en ritmo bombeó con todo. Una y otra vez. Carla
disfrutaba. Recibía pija y disfrutaba. Gemía, jadeaba. Juan también le
apretujeaba las tetas. Jugueteaba con sus pezones entre sus dedos y no paraba
de bombear. Después de un intenso momento Juan le llenó literalmente a Carla el
culo de leche.
El pensamiento que se le cruzó a Juan por la cabeza inmediatamente
después de quitarse de encima de Carla fue “¡Que buen polvazo me eché!”. Carla
era un putita divina. Juan la miraba. Que caramelito acababa de garcharse.
Fuera del boliche ya, en una especie de “estancia” o “casa quinta”, la
fiesta, mejor dicho la orgía continuó.
Muchas no volvieron a recuperar su ropa, la perdieron por ahí, trataron
de cubrirse lo mejor que pudieron y así fue como fueron subiendo a los micros
que las llevarían devuelta al hotel. Por supuesto que esta fiesta, en la que
todos la habían pasado muy bien, sería un gran secreto muy bien guardado entre
Coordinadores, Ayudantes y las chicas de los distintos colegios. Carla así como
pudo, semi-desnuda y re-contra re-cogida llegó a su pieza. Se acostó. Al rato
pasó a verla su novio que había ido a desayunar melancólicamente pensando en
ella. Como la vio acostada la dejó dormir, “Pobrecita, está cansanda” pensó,
sin imaginarse en lo más mínimo todo lo que había ocurrido y cuanto su novia
había disfrutado y gozado.
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