domingo, 26 de noviembre de 2017

El viaje de egresados - relato de autor anónimo


Corría el año 2007 y un Colegio del cual no puedo dar el nombre se fue de viaje de egresados. Era una división de unos 35 alumnos, entre chicos y chicas más o menos en cantidades similares. El viaje no lo hicieron por ninguna de las 3 empresas más conocidas del país, sino por una empresa nueva. Que si bien no tenía renombre era mucho más barata y les había ofrecido más y mejores cosas que las otras, de las cuáles permanentemente había rumores de que iban a quebrar o iban a desaparecer.

El viaje transcurrió con absoluta normalidad, entendiendo como normalidad para un viaje de egresados el desenfreno, el descontrol y la rebeldía adolescente que lo caracterizan. Las excursiones fueron más o menos las mismas de siempre. Los paseos también, los boliches, los clásicos del lugar, excepto uno, excepto una fiesta especial que sólo en esta empresa se realizaba.
Dicha fiesta se hizo en un boliche exclusivo. Que quedaba en las afueras del lugar turístico. El boliche tenía mucho parque afuera, era una casona muy muy grande reformada y transformada en un boliche bailable fantástico. No sólo el boliche era exclusivo de esta empresa de viajes, sino que esta fiesta también era exclusiva en cuanto a quien podía participar y quién no. Cuando les cuente el nombre de la fiesta ya se van a dar una idea de porqué.
Esta fiesta, la mejor sin duda que daba esta compañía, aunque no era para todos los que viajaban por ella recibía el nombre de “La Fiesta de las Bombachas” (Fiesta de las Tangas). Ahora tal vez se imaginen porque digo que esta fiesta tenía un carácter exclusivo y excluyente. Era exclusiva de esta empresa, por otra parte el lugar era muy lindo, muy selecto y exclusivo y además de esta fiesta estaban excluidos todos los varones que viajaban por esta empresa.
Esa noche, la noche que se dio esa fiesta, las chicas subieron a un micro y los varones a otro. Los varones irían a bailar a un conocido boliche que tiene nombre de operación del corazón.
En el micro Maxi el Coordinador General dijo: “Bueno chicas, hoy cómo bien saben tendremos una fiesta no oficial. Una que no figura en el plan de excursiones pero que sin duda es una de las más divertidas. Y les estoy hablando de “La Fiesta de las Bombachas”. Sí, hoy vamos a ver quién es la más putita, la que tiene la tanguita más linda, la más chiquita, la que está más dispuesta a todo y quién es la mejor en el sexo”. Las chicas se miraron algo sorprendidas por los excesos verbales de Maxi, pero eran grandes y ninguna se asustó por lo que estaba diciendo. Además como es típico en los viajes de egresados y en los grupos adolescentes todas querían mostrarse como la más zarpada y/o la más transgresora.
Llegaron al boliche, bajaron del micro y entraron.
Para dar inicio a la fiesta, Maxi tomó el micrófono y dijo: -“Que comience la fiesta, que comience la diversión” Y la música comenzó a sonar a todo volumen. El clima de fiesta en el lugar era avasallante, todos bailaban, todos se movían, nadie se quedaba quieto, todos estaban eufóricos. Las primer hora fue una hora normal de boliche, mucha gente, mucho alcohol, todos bailando y alguno que otro afortunado/a estaban intercambio besos y demás con otras personas.
A partir de la segunda hora la cosa se empezó a poner realmente caliente.
Cada tanto Maxi tomaba el micrófono principal y anunciaba algunos “Happy Hours”. Para el primero que anunció dijo: “A partir de ahora se inicia el “Teta Hour”, que significa esto, que la señorita que vaya hacia la barra y le entregue su remera al barman de turno se lleva una cerveza de litro y la que se acerque a cualquiera de las barras y le entregue al barman que la atienda su remera y su corpiño se lleva un champán de litro para brindar con sus compañeras”. Fue increíble como al poco tiempo varias chicas, muy bien predispuestas, se paseaban en senos y brindaban contentas con champagne con sus amigas.
“Que zorras” le comentaba uno de los coordinadores a otro, “Mirá lo que hacen por un champagne gratis. Que putitas”.
Carla la protagonista de nuestra historia, fue una de las primeras en ir y cambiar su remera y su soutien por un champagne de litro que exhibía como un trofeo al igual que sus senos orgullosa ante sus amigas.
Otra situación común en esta fiesta era la siguiente, pongo como ejemplo una que le pasó a eso de las 3.15 de la mañana también a Carla: “A ver la bombachita” le dijo un ayudante de coordinador. Y la señorita a quién se refería lo miró de arriba abajo y … cómo era costumbre en la fiesta se bajó sus ajustados minishorts y le mostró la tanguita que llevaba puesta. “¿Te gusta?” Le preguntó desafiante, avasallante. El Ayudante de Coordinador por poco no se quedó sin habla hasta que alcanzó a balbucear “Me encanta”. En esta fiesta era clásico y costumbre que cada chica debía mostrar la tanguita ante quien se lo pidiera.
No está de más aclarar que en esta fiesta solo participaban las chicas de todas las divisiones y colegios que realizaban su viaje de egresados por la compañía y los coordinadores. Mientras que los varones esa misma noche iban a boliches normales de la zona. Entre el alcohol y otras cosas primero no se dieron cuenta, pero al transcurrir la noche alguno se hizo la pregunta “¿Y dónde están las chicas, nuestras compañeras?”. Pero nadie se detuvo a reparar demasiado en ello, habiendo otras chicas de otros colegios que participarían de “La Fiesta de las Bombachas” otro día. Algunos igualmente sí lo hicieron, por ejemplo un chico de nombre Pablo no paraba de pensar dónde estaría su novia. Mientras pensaba jamás se imaginaría que su novia estaba bailando casi como una puta, semi-desnuda arriba de un parlante en otro boliche en la mencionada fiesta especial. Su novia se llamaba Carla y mientras Pablo pensaba en ella, Carla ya sólo cubría su cuerpo con un fina tanga blanca de encaje y sus dos manos parar cubrir sus pechos, al tiempo que bailaba sin parar al ritmo de la música. Y ella lo estaba pasando bien, de maravilla, nó como su novio. El cuál estaba tan enamorado que era incapaz de ir a hablarle a otra chica. Que lindas tetas tenía Carla y estaban a la vista de todos, al igual que muchas otras. Carla seguía bailando arriba del parlante junto a otras chicas y cada tanto algunos chicos se subían, bailaban un poco, las agarraban por detrás y las apoyaban bien fuerte. Y luego les metían mano en las tetas y los más osados incluso metían sus manos dentro de las bombachitas. Uno de los Coordinadores que estaba bailando con Carla le tocaba las tetas y la vio tan divertida y eufórica que pensó que no iba a tener problemas. Entonces se agachó por detrás de ella y le bajó su bombachita dejándola completamente desnudita. Mientras tanto su novio, estaba solo, aburrido en un rincón de otro boliche pensando en ella. Algunas chicas se le acercaron pero las descartó sin siquiera prestarles la menor atención.
Carla siguió bailando como si nada junto a sus amigas. Ahora toda desnudita.
Situaciones como esta hubo muchísimas.
Otra cosa que ocurría en esta fiesta era que a medida que las chicas iban quedando desnudas si querían podían pasar por un sector del boliche en el que les aplicaban la técnica del “body painting” para una vez pintadas sacarse fotos con sus amigas.
Carla se movía por el boliche desnuda con mucha naturalidad. Al igual que muchas otras. Algunas semi desnudas, otras completamente. Por todos lados se respiraba aire a fiesta y sexo. Muchos coordinadores o ayudantes de estos estaban transando con alumnas y más también. Manoseandolas al máximo y muchos también estaban teniendo sexo explícito en el lugar.
A Carla la manosearon como a todas una y otra vez. Al bailar con sus amigas, o al caminar la toqueteaban. Ella estaba muy alegre debido al alcohol y sonreía cuando pasaba esto.
Carla transó y estuvo con muchos chicos esa noche. No puedo contarles todas las historias o “encuentros” que tuvo esa noche, pero sí puedo contarles algunos. En un momento de la noche Maxi, el Coordinador General se le acercá a Carla y le dice “Vení”. Carla lo sigue y Maxi la lleva cerca de la barra principal del boliche. Ahí le presenta a un señor de unos 45 años aproximadamente. “Él es ni más ni menos que el dueño del boliche. De este y de dos más de la zona” le dice. Se saludan muy cálidamente. El sujeto estaba tomando un champagne, de los caros, de los muy caros. Les invita una copa tanto a ella como a Maxi.
Dueño del Boliche: – “Sos muy linda sabés”.
Carla: – “Gracias”.
La invitó a pasar al sector VIP del boliche. Maxi también fue y mientras tomaba copas se entretuvo con otra/s señoritas.
Dueño del Boliche: – “Tomá, ponéte esto” le dijo mientras le daba un conjunto de tanga y corpiño negros muy finos y muy minúsculos. Carla se los puso.
Dueño del Boliche: – “A ver. Da una vueltita y desfila para mí”.
Carla dio una vueltita exhibiendo toda su belleza y caminó de un lado a otro como si fuera una modelo en una pasarela.
El Dueño del Boliche le indicó que se sentara con él y comenzaron a besarse. El Dueño comenzó a recorrer con sus manos toda la anatomía de Carla. Le desabrochó el corpiñó y la dejó nuevamente en pechos. La besó un rato largo más y puso la mano de Carla en su verga. “Agarra sin miedo, que seguro te gusta y a mí también” le dijo. Carla era tocada pero también le tocaba el bulto al dueño del boliche. En un momento le sacó el miembro de la bragueta y comenzó a masturbar al hombre. Este ya estaba muy caliente, al palo. Y la tocaba  a más no poder, el culito, las tetas, la conchita por dentro y por fuera de la bombacha.
“Ahora parate que te voy a sacar la tanguita”. Carla se paró y él le bajó la tanguita. La arrojó a un costado e hizó que Carla se le subiera encima dándole la espalda. Ella comenzó a subir y bajar. A “cabalgar”. Él mientras ella subía y bajaba, le sujetaba fuertemente las tetas y le nalgueaba el culo. Carla siguió subiendo, bajando y gimiendo. Una y otra vez. Él con su miembro al palo disfrutaba y la toqueteaba. Cada tanto hacía que Carla girara su cabeza para besarla apasionada y largamente en la boca. También le estimulaba el clítoris. Ambos estaban a mil. Muy excitados y calientes. Carla era una diosa y él tenía mucha experiencia en el sexo y sabía como hacer gozar a una mujer. Carla siguió cabalgando, subiendo y bajando y él bombeando hasta que finalmente acabaron. Ambos. Casi al mismo tiempo. Carla gimió y gritó de placer. Se retiró de encima de él, pero se quedó a un lado tomando unos tragos.
El Dueño le comentó a Maxi en tono de broma: “Con esto ya tienen pago el día en mi boliche”. Maxi sonrió y le dijo: “La verdad que no te podés quejar, carne de primera”.
Al rato se echaron otro buen polvazo.
El cuerpo de Carla esa noche pasó por las manos de muchos hombres. Sus tetas, su culo, su vagina fueron tocados por una cantidad de manos imposible de contar. Aparte del dueño del boliche, Carla estuvo con muchos otros.
Cerca del final de la fiesta, tipo 6 de la mañana se hacía el “Concurso del Mejor Blow Job” de la temporada. Tres chicos sentados en tres sillas. Tres chicas de distintos colegios. El reglamento del concurso es muy simple: la que primero hace acabar a su compañero y se bebe una generosa cantidad de leche gana. Luciana, una turrita divina, morocha de hermoso cuerpo y especialmente lindas tetas, ganó para su Colegio y aunque quedó con semen en la cara y en su boca sus compañeras la adoraron porque se irían de segundo viaje de egresados al Caribe con todo pago.
Para las 7 de la mañana la fiesta ya estaba casi terminando, la más vestida y “rescatada” estaba en tanga, muchas otras estaban completamente desnudas. Algunas mantenían puestas las zapatillas o zapatos, pero andaban en tetas y en concha de un lado para otro sin problemas. La mayoría estaban exhaustas y querían irse a dormir, sin embargo siempre están las que tienen pilas para rato, Maxi anunció con el megáfono: -“Las que quieran continuar la fiesta durante todo el día que vayan por la salida que está marcada con una X y vayan subiendo así como están a los micros de color rojo”. Varias chicas prácticamente o complemente desnudas fueron para esa puerta y fueron subiendo a los micros rojos. Querían que la fiesta continuara y no terminara nunca. Estaban en un estado de éxtasis, “sacadas”, mental y sexualmente. Entre este grupo estaba Carla. Cuando los micros de color rojo estuvieron llenos, los grupos de chicas semi-desnudas fueron llevadas a una orgía generalizada organizada por los Coordinadores.
Carla no paraba ni un minuto, estaba en un estado de éxtasis total. En el micro primero las chicas se sentaron y descansaron un poco. Pero luego el chofer del mismo a pedido de Maxi, comenzó a poner música y poco a poco el clima de fiesta comenzó a reinar en el ambiente. Carla como casi todas estaba desnudita. El asiento continuo al que ella estaba entre sentada y acostada estaba vacío. Un coordinador, de nombre Juan, se le sentó y comenzó a manosearla. Carla se dejaba y disfrutaba de que su cuerpo fuera tocado. Juan comenzó masajeandole suavemente las tetas. Luego al ver como Carla disfrutaba bajó de golpe y metió mano en su coñito. Primero sólo tocando, luego introduciendo dedos, primero uno, luego dos, luego tres. Y así comenzó a estimular a Carla repetidamente. Carla empezó a gemir. Mientras tanto en el resto del micro ocurrían situaciones similares. Carla siguió gimiendo como una perra, mientras dedos le seguían introduciendo. Juan la hizo mojarse bien mojadita y finalmente acabar. Carla pegó un gritó altísimo de placer. Tan alto fue que muchos miraron.
“Ahora date vuelta que te quiero comer el culito” le dijo Juan. Carla se dio vuelta y Juan comenzó a “comerle el culito”. Que lindo culito. Redondito, paradito, durito. Un manjar para la lengua de Juan. Una vez “saciado” Juan y teniendo a esa belleza de espaldas no lo dudó se bajó los pantalones, sacó su miembro erecto y lo introdujo de lleno en el ano de Carla. Comenzó a bombear. Primero despacio. Luego entró en ritmo bombeó con todo. Una y otra vez. Carla disfrutaba. Recibía pija y disfrutaba. Gemía, jadeaba. Juan también le apretujeaba las tetas. Jugueteaba con sus pezones entre sus dedos y no paraba de bombear. Después de un intenso momento Juan le llenó literalmente a Carla el culo de leche.
El pensamiento que se le cruzó a Juan por la cabeza inmediatamente después de quitarse de encima de Carla fue “¡Que buen polvazo me eché!”. Carla era un putita divina. Juan la miraba. Que caramelito acababa de garcharse.
Fuera del boliche ya, en una especie de “estancia” o “casa quinta”, la fiesta, mejor dicho la orgía continuó.
Muchas no volvieron a recuperar su ropa, la perdieron por ahí, trataron de cubrirse lo mejor que pudieron y así fue como fueron subiendo a los micros que las llevarían devuelta al hotel. Por supuesto que esta fiesta, en la que todos la habían pasado muy bien, sería un gran secreto muy bien guardado entre Coordinadores, Ayudantes y las chicas de los distintos colegios. Carla así como pudo, semi-desnuda y re-contra re-cogida llegó a su pieza. Se acostó. Al rato pasó a verla su novio que había ido a desayunar melancólicamente pensando en ella. Como la vio acostada la dejó dormir, “Pobrecita, está cansanda” pensó, sin imaginarse en lo más mínimo todo lo que había ocurrido y cuanto su novia había disfrutado y gozado.












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