Luis Royo nace en 1954 en Olalla, un pueblecito de Teruel
(España). Cursa estudios de Delineación, Pintura, Decoración e Interiorismo. A
partir de 1972 empieza a pintar y expone en diversos foros. En 1979 inicia su
andadura como dibujante de cómic publicando en las revistas del momento. En
1983 pasa a basar su obra en la ilustración y no tarda en triunfar
internacionalmente. Es donde cosechará sus mayores éxitos. Lo hace de la mano
de la agencia y Editorial Norma, que distribuye su obra por todo el mundo.
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A
partir de 1992 aparece su primer libro, Women, al que siguen Malefic, Secrets,
III Millennium, Dreams, la trilogía Prohibited Book, Evolution, trilogía
Conceptions I, Visions, Fantastic Art, Subversibe Beauty, etc. A estos títulos
hay que añadir la publicación de series de cartas para coleccionistas,
portafolios, pósteres y cartas de tarot. La creciente popularidad de sus
imágenes hace que éstas puedan contemplarse también en postales, calendarios,
juegos de cartas, camisetas, carátulas de discos, videojuegos, alfombrillas de
ordenador, esculturas etc. A partir de 2004 comienza a trabajar en libros
acompañados de sus estudios o sus propias historias, transformando su carrera
de ilustrador en autor multidisciplinar con libros como The labyrinh Tarot,
Dome, Dark Labyrinth, Dead Moon, Dead Moon Epilogue o el extenso proyecto
multimedia Malefic Time.
Con ésta abundante producción, Royo se convierte en un
auténtico fenómeno de masas. Sus libros conocen numerosas ediciones y se
vierten al francés, alemán, inglés, italiano, ruso y portugués. Revistas como
Stampa, Airbrush-Action ó Penthouse le dedican reportajes en sus páginas.
Festivales, galerías de arte o tiendas especializadas organizan continuamente
exposiciones y homenajes. Ha realizado portadas de libros para grandes autores
y recibido entre otros, los premios Silver Award Spectrum (Estados Unidos),
CartooMics (Italia) El Peregrino (Rusia).
El éxito de Royo no es sino el reconocimiento de una obra
original que ha venido a revolucionar el mundo de la ilustración. Especialmente
interesado por los temas fantásticos, también ha abordado otros ámbitos como el
western, el pasado histórico o las portadas románticas. Pero, más allá de los
contenidos, su estilo, inconfundible, respira fuerza y al mismo tiempo irradia
una frágil y casi mística transparencia. Su tratamiento de la figura humana,
especialmente de las mujeres, dota a los cuerpos de una contundencia que, lejos
de resultar pesada, refulge. Su manejo del color, desde las gamas más saturadas
hasta los despojados contrastes de grises con algún toque de intenso
cromatismo, contribuye a crear ésa aureola de fascinación que invita a entrar
en sus paisajes.
Pero el estilo de Royo, a pesar de mantenerse fiel a unas
constantes, también refleja una clara evolución. Basta con hacer un recorrido
cronológico por su obra para comprobar las variantes que han ido refinando su
estética y reforzando el tono cada vez más poético de sus composiciones. La
aparente sencillez de sus dibujos se sustenta en una compleja y muy estudiada
trama de recursos. La permanencia en la primera línea de la ilustración e
incluso el incremento de sus éxitos es el resultado de una constante, sutil y
muy eficaz experimentación.
Royo ha hecho del mito de la Bella y la Bestia uno de sus
principales motivos, llevándolo desde el horror hasta el lirismo. En cualquier
caso e independientemente del tema abordado, sus personajes se sitúan siempre a
medio camino entre lo épico y lo erótico. Sus carnes están atravesadas por el
desafío maculadas por la amenaza, y por eso resultan mucho más excitantes. Y es
que, como Royo muy bien sabe, el sexo adquiere mayor lascivia cuando a su
alrededor flota el fantasma oscuro de la muerte.
En la mirada de sus personajes hay un destello que los
coloca al borde de la tragedia, como si desde su posición congelada atisbaran
un destino tan cruel como atractivo. Aferrados a su arma, esperan el próximo
ataque. Están tensos y por los músculos les corretea esa fuerza que los hace
más bello y dramáticos. Dentro de un momento puede que ya no estén y ahí y
hayan desaparecido devorados por el peligro que les acecha. Pero ese futuro
inmediato ya no interesa a Royo. Él los retrata en ese penúltimo instante, el
más revelador del alma del héroe.
- Antonio Altarriba
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