El
área del Caribe es una zona privilegiada de deseo y posesión, y este patrón ha
sido invariable desde antes del arribo de los pálidos europeos hacia estas
verdes costas. Ya los pueblos autóctonos americanos habían descubierto un no se
qué subyugante y arrebatador que incitaba a elevar el erotismo en la sangre.
Los k'ariñas fueron los primeros que desearon poseer todo lo que aquellas islas ofrecían, desde el territorio hasta los “nalgatorios” taínos, caquetíos, arawakos y boricanos que habitaban dichos lares.