En el terreno del sexo, las mujeres también andan
alzadas. Aunque todavía faltan muchos obstáculos por vencer para poder hablar
de un alcance mundial de la emancipación femenina. Se trata de una evolución
sostenida hasta nuestros días que tuvo primera expresión colectiva en la
llamada revolución sexual de los 60, que motorizó, entre otros cambios
sociales, la invención de la famosa píldora.
Diversos estudios han demostrado que las mujeres
pueden tener las mismas urgencias carnales de los hombres. Que sumaría la misma
cantidad de aventurillas sin que ellos se enteren. Muchas se han dejado de cuentos de abuelas y
se lanzan al ataque, toman partido en la conquista, ya de forma directa o
valiéndose de otras estrategias de seducción, incluidas las tradicionales. Este
ánimo reivindicador de las féminas ha sido captado por algunas casas
comerciales que inventan y distribuyen aparaticos, prendas y demás artilugios
especialmente para materializar las particulares fantasías femeninas.
Hasta ahora, las sex
shop solían estar dirigidas al mayoritario público masculino, considerado
tradicionalmente como el “natural” de este tipo de negocios. En todo caso,
estaba pensando para un target
digamos que unisex. Pero últimamente
están apareciendo tiendas de lencería atrevida, potingues estimulantes y juguetes eróticos exclusivamente para
mujeres (aunque también los hombres pueden usarlo, por supuesto). En España,
específicamente en la ciudad de Valencia, acaba de aterrizar la cadena inglesa
Ann Summers con gran éxito entre ibéricas, por lo que están planeando extender
su audaz oferta a otras ciudades. Algunas de las clientas confiesan que les
producen menos vergüenza entrar a este establecimiento por su presentación nada
masculina, otras han quedado encantadas por la variedad de productos. El más
vendido es el vibrador Rampant Rabbit, estimulador vaginal y clitoriano, que
ayudaron a popularizar las inquietas protagonistas de la serie Sex in the city.
No es la única fórmula pensada para vender sexo a las
mujeres es respuesta a una necesidad creciente del marcado. También se está
haciendo popular las llamadas tupperware
sex, que no son más que reuniones de amigas en casas para vender coroticos
eróticos, cual promotoras de coloretes Avon u ollas Renaware. Algunas
costumbres de mamá se mantienen.
Mientras aparecen estas opciones en versión criolla,
las venezolanas tendrán que conformarse
con las tiendas de siempre. Pero al menos existen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario