lunes, 10 de abril de 2017

Coños - Juan Manuel de Prada - descargar libro



Para quienes aún entienden que la literatura y la diversión no deben andar reñidas ha escrito Juan Manuel de Prada este libro, una pieza insólita en el panorama editorial de nuestro país que, sin duda, promoverá adhesiones feroces y exabruptos no menos feroces. Entre la narración lírica y el poema en prosa, entre el disparate y la delicadeza, entre la escritura automática y la orfebrería del idioma, coños constituye un homenaje a la mujer y a la literatura, que aspira a la celebración episódica del cuerpo femenino, a la divinización obsesiva de las mujeres a través de las palabras, y muestra al lector que la diversidad es sólo un camino hacia la unidad íntima de la mujer.

Burlándose de los géneros, entremezclando lúdicamente el fragmento lírico con las memorias apócrifas, la prosa de estirpe clásica con un humor tributario de las vanguardias, Juan Manuel de Prada nos sirve, en un estilo propio, millonario de metáforas, un libro que podría adscribirse a un género nuevo o excluirse de toda adscripción.

Prehistoria y noticia de un libro de coños

Un breve anticipo de Coños, de Juan Manuel de Prada, fue publicado de forma casi clandestina y deliciosamente provocadora en las divertidas galeradas de Ediciones Virtuales (EE W, Salamanca, 1994). De esta curiosa edición no venal, hoy definitivamente agotada, se hicieron tres reimpresiones más a lo largo de ese año, todas ellas de cincuenta ejemplares, salvo la última, de 69, numerados y firmados por el autor. Incluía «Los anticipos del coño», «El coño de las desconocidas», «El coño de las vírgenes», «La vecina de enfrente», «El coño de la tenista», «Refutación de Henry Miller», «El coño de las niñas», «Tascar un coño», «El coño de las viudas», «El coño de las putas» y «Coños en la morgue», con dibujos de mujeres desnudas en posturas risueñas, ingenuas o deportivas, y una llamativa portada con la imagen de Melusina.

A pesar de tratarse de una edición casera y muy restringida, desde entonces ha circulado de mano en mano y de boca en boca, en original o en fotocopia, por diferentes lugares de esta y otras geografías. Reseñado en periódicos y revistas, comentado en tertulias y radios libres, glosado por entusiastas y anónimos lectores, y apreciado por poetas, escritores y especialistas en literatura erótica (Rafael Alberti, Luís García Berlanga, Luís Alberto de Cuenca, Abelardo Linares, Gonzalo Santonja, Víctor Infantes…), Coños ha llegado a convertirse en objeto de devoción y culto entre unos pocos iniciados en los misterios gozosos del coño.

Hacía falta, pues, una edición al fin completa y al alcance de todos como la que hoy nos ofrece, con su habitual pulcritud, calidad de diseño y elegancia, VALDEMAR. En ella encontrará el lector de cualquier sexo ese libro que tanto deseaba y nunca se atrevió a imaginar.

Libro sin precedentes en la literatura española, Coños fue concebido por su autor, en un principio, como un homenaje a Ramón Gómez de la Serna, autor, como se sabe, de unos célebres Senos (Imprenta Latina, 1917). Poco tienen que ver, sin embargo, estos Coños con aquellos Senos, salvo su pertenencia al mismo campo semántico, su espíritu lúdico y su carácter monográfico. Según ha precisado, en este sentido, el escritor Juan Bonilla, el libro de Juan Manuel de Prada «es algo más que un homenaje a Ramón Gómez de la Serna: es un homenaje a la literatura y otro a las mujeres, dos de las cosas que siguen haciendo apetecible este ejercicio de vivir».

Pero Coños no es un libro escrito sólo para hombres. Tampoco es, claro está, un espejo de mujeres. Ni un manual de educación sexual. 

Ni un prontuario de ginecología. Ni, mucho menos, un simple opúsculo pornográfico. A pesar de su título, estos Coños no tienen género conocido. La única etiqueta que les cuadra es la de libro insólito, no tanto por el tema como por el modo de tratarlo, a mitad de camino entre lo narrativo y lo lírico, el cuento y la poesía, con la brevedad y el matiz, la variedad y el esmero que siempre exige materia tan sagrada.

(Luís Carda Jambrina)

Los anticipos del coño

Pasa el año y las facciones de Nuria se van desgastando, hasta que ya sólo sobrevive el triángulo isósceles que forman su pubis y la materia frondosa de sus sobacos, que no se los afeita nunca. Cuando llega el mes de agosto, la llamo por teléfono y me cito con ella para tomar un refresco en cualquier cafetería de la plaza.

A Nuria este calor bochornoso del verano le produce sofocos y la saca casi desnuda a la calle, con un vestidito floreado de tirantes que le deja al natural un mordisco enorme de espalda, una superficie amplia de piel que mis manos hubiesen querido acariciar, pero no se atreven. Nuria llega casi media hora tarde a la cita, y su tardanza me llena de ese desasosiego levemente sexual que producen las postergaciones, pero cuando la veo aparecer, bajo un sol inclemente y redondo, caminar con dificultades de anciana (y eso que Nuria es joven, muy joven, pero el calor la avejenta), me reconcilio con el mundo y aguardo el instante en que, alargando sus brazos de porcelana, me tomará de los hombros y me dará un par de besos castos, uno en cada mejilla. Yo, entonces, aprovecharé para desviar la mirada hacia sus axilas, hacia esos penachos, intonsos y tupidísimos, que Nuria siempre lleva, y los imaginaré como anticipos del coño (el coño de Nuria, que siempre me ha sido vedado), como coños excedentes que, a falta de sitio en la entrepierna, han venido a alojarse a la sombra del brazo, en una espera acechante que algún día dará fruto y los restituirá al lugar al que pertenecen. Los sobacos de Nuria, misteriosos de tanto pelo que les asoma, me guiñan su ojo ciego en cuanto ella se despista, con una morosidad de párpados que caen para mostrar una pestaña inverosímil de tan peluda. 

Después del refresco, Nuria pretexta labores domésticas y se pierde en la arquitectura incendiada de la plaza. Son las cinco de la tarde de un día cualquiera de agosto, hace un calor pacífico, y Nuria se aleja como derritiéndose bajo el sol, con el vestido de tirantes que le transparenta unas bragas que no tiene y la materia frondosa de sus sobacos que forman triángulo isósceles con el vértice del coño. Yo la sigo con la mirada hasta que desaparece y deseo que le dé un soponcio en mitad de la plaza (el calor marchita a Nuria), para correr a recogerla entre mis manos, levantarla del suelo tomándola por las axilas y sentir el contacto intrépido y sudoroso de esos dos coños suplentes que algún día tendrán su alternativa.

Resultado de imagen para COÑOS JUAN MANUEL DE PRADA


DESCARGAR EL LIBRO COÑOS DE JUAN MANUEL DE PRADA AQUÍ:

No hay comentarios:

Publicar un comentario