Caricias arábigas
Chloe Santana
LOUIS esbozó una mueca de fastidio al percibir el leve
tintineo de su lámpara de araña. Segundos después, la entonación musical
comenzó a crecer, hasta que el minúsculo apartamento se imbuyó de aquel ritmo
sensual. La música de procedencia árabe llenaba todo el ambiente, y el eco se
colaba por las cañerías del cuarto de baño.
Era la cuarta vez en una semana que aquella mujer
encendía el equipo de música a altas horas de la madrugada. Su nueva vecina no
tenía respeto hacia la convivencia vecinal, y él, que era una persona distante
y pacífica, se vería en la obligación de darle un toque de atención.
Exacerbado, subió las escaleras y se colocó frente a la puerta de su
apartamento.