Siguiendo la temática que nos ocupa, las adivinanzas,
han contribuido de forma importante a su enriquecimiento.
Preguntó a su esposo Irene:
“Blas mío, cuando te ausentas,
Sin que tú me dejes renta,
¿Qué dirás que me mantiene?”
“No lo sé”, respondió Blas,
Y ella le dijo: “Inocente,
Mira un espejo de enfrente
Quizá en él lo advertirás”.
Preguntó a su esposo Inés:
“¿Qué cosa es la que tropieza
Un marido con los pies,
Llevándola en la cabeza?”
Puesto el hombre a discurrir,
Respondió que no acertaba;
Y ella, echándose a reír,
Con los dedos le apuntaba.
Preguntó a su esposo Irene:
“Blas mío, cuando te ausentas,
Sin que tú me dejes renta,
¿Qué dirás que me mantiene?”
“No lo sé”, respondió Blas,
Y ella le dijo: “Inocente,
Mira un espejo de enfrente
Quizá en él lo advertirás”.
Preguntó a su esposo Inés:
“¿Qué cosa es la que tropieza
Un marido con los pies,
Llevándola en la cabeza?”
Puesto el hombre a discurrir,
Respondió que no acertaba;
Y ella, echándose a reír,
Con los dedos le apuntaba.
Es
largo como un palmo,
tieso cuanto puede ser,
con pelos a la redonda,
y se carga y descarga
en poder de una mujer.
Pelusa por fuera,
pelusa por dentro:
alza la pierna y métela dentro.
Carne nació sin gueso
lo que en la mano tomastes,
y luego se puso tieso.
Espántome mucho de eso,
que una mujer honrada
sea tan aficionada
a palpar carne sin hueso.
Entre dueñas y casadas
preguntan doncellas tiernas
qué es aqueso que, acostadas,
les meten entre las piernas:
es largo, liso, redondo
y con un horado al cabo,
y va, de zumo cargado,
y descarga en lo hondo.
tieso cuanto puede ser,
con pelos a la redonda,
y se carga y descarga
en poder de una mujer.
Pelusa por fuera,
pelusa por dentro:
alza la pierna y métela dentro.
Carne nació sin gueso
lo que en la mano tomastes,
y luego se puso tieso.
Espántome mucho de eso,
que una mujer honrada
sea tan aficionada
a palpar carne sin hueso.
Entre dueñas y casadas
preguntan doncellas tiernas
qué es aqueso que, acostadas,
les meten entre las piernas:
es largo, liso, redondo
y con un horado al cabo,
y va, de zumo cargado,
y descarga en lo hondo.
Anónimo (Siglos XVIII-XIX)
***
Brujuleando, aparecen estos versos de Ventura de la Vega (1807-1865),
La aguja que está imantada
Hácia el Norte siempre inclina;
Ley natural y constante
Que se observa y no se explica.
El norte de los carajos
Es el coño, y, no hay tu tia,
Siempre, y cual aguja al Norte,
El carajo al coño mira ...
La aguja que está imantada
Hácia el Norte siempre inclina;
Ley natural y constante
Que se observa y no se explica.
El norte de los carajos
Es el coño, y, no hay tu tia,
Siempre, y cual aguja al Norte,
El carajo al coño mira ...
*
* *
Bibliografía: M. R. Barnatán y J. García Sánchez, Poesía Erótica Castellana, Ediciones Jucar, Madrid 1974; Camilo José Cela, Poesía completa, Galaxia Gutenberg – Circulo de Lectores, Barcelona 1996; Cancionero Moderno de Obras Alegres, edición facsímil de H.W. Spirrtual, London, Visor Madrid 1985; José María Díez Borque, Poesía erótica (Siglos XVI - XX), Ediciones Siro, Madrid1977.
No hay comentarios:
Publicar un comentario