La estrella del porno se sincera en un controvertido documental presentado en Venecia y en esta entrevista
Su madre quería que se hiciera cura. Sin embargo, él firmó “un pacto con
el demonio”. Así se refiere Rocco Siffredi (Ortona, 1964) a la parte más célebre de su cuerpo.
La que le llevó a ser la estrella del porno más conocida del mundo. Aquel
acuerdo le regaló felicidad, fama, dinero y la posibilidad de acostarse con
“muchísimas mujeres guapas” –1.700 filmes, con cuatro o cinco parejas en cada
uno: calculen ustedes-. A cambio, el diablo entre sus piernas le privó de la
intimidad y del control sobre su vida. Llegó a dominarlo, sostiene Siffredi.
No parece haber nada que el actor no esté dispuesto a contar. Lo ha hecho en el documental Rocco, presentado ayer en el festival de Venecia. Y continúa en esta entrevista.
No parece haber nada que el actor no esté dispuesto a contar. Lo ha hecho en el documental Rocco, presentado ayer en el festival de Venecia. Y continúa en esta entrevista.
“Podíamos grabar todo. Tenía una única obsesión: contar la verdad”,
defienden Thierry Demaiziere y Alban Teurlai, retratistas documentales que ya
habían filmado a Vincent Lindon o Karl Lagerfeld y ahora se han medido con su
reto “más difícil”. Así que Rocco es real, para bien y para mal. Porque
su metraje bucea como nunca en quien es el llamado Míster 23 centímetros, pero generará dudas e indignación por
el narcisismo del personaje y, sobre todo, respecto al machismo y el concepto
de la mujer como objeto que parecen reinar en algunas acciones de Siffredi y en
la industria en la que trabaja.
La sinceridad del actor obliga a otra aclaración. El intérprete explica
cada detalle sexual con términos explícitos. Así que sus citas aparecen aquí
reconvertidas a un lenguaje más publicable. “Dependía del sexo. Dirigía mi
vida. Durante 20 años lo hacía al menos tres veces al día. Y solo cuando quise
dejarlo [hace una década] me di cuenta de que no podía. Empecé a ir con
prostitutas. Y luego viejas, transexuales, cualquier cosa que se moviera”,
relata Siffredi. Así, ante su esposa, Rozsa Tassi, y ante sus dos hijos se
mostraba un padre responsable, que había dejado a un lado su carrera y sus
fantasmas. Pero, mientras, no paraba de traicionarlos a ellos y a sí mismo. “Es
un hombre lleno de lágrimas, héroe y antihéroe, crucificado entre sus deseos y
la incompatibilidad de estos con su familia”, afirman los cineastas. “El pene
arranca y acabas haciendo cosas que ni querrías. Luego sales y vomitas”,
sostiene él. Tanto que cuando vio Shame, el filme sobre un adicto al sexo
protagonizado por Fassbender, sintió algo más que identificación: “Era yo”.
"El
pene arranca y acabas haciendo cosas que ni querrías"
Se planteó acudir a algún sexólogo, pero, ¿qué le contaría? Llegó a
tendencias autodestructivas. “Llevaba el coche a 200 kilómetros por hora,
esperando sufrir un accidente. Me subía a un avión y deseaba que precipitara”,
relata. Y se sentía “asqueroso” cada vez que Tassi o sus hijos le sonreían.
Finalmente, su participación en el reality La isla de los famosos fue el punto de partida para el
proceso que culmina en Rocco: “Vaciarme”. Confesó todo, a su familia
y al público. Y retomó su carrera hasta hoy. En el documental se ve cómo rueda
su última secuencia como actor. Jura que solo se dedicará a dirigir, producir y
a dar clases en la Academia del porno que pondrá en marcha en Budapest.
Termina así la trayectoria fílmica de un mito de la industria. Desde
pequeño Rocco Tano –su nombre real- sonó con ser una estrella del porno. Todos
le dieron la espalda, sus hermanos hasta alejaban sus hijos de él. Todos salvo
su madre, que fue la única que se mantuvo a su lado. “Si es lo que quieres,
hazlo”, le dijo. Y Siffredi muestra una veneración absoluta por su progenitora,
Carmela. Tanto que, pese a que falleció, en su mente le sigue consultando todos
sus pasos cada noche.
Otras féminas no reciben el mismo trato. El documental muestra a
Siffredi interactuando con varias actrices antes y durante los rodajes. Hay
provocaciones sexuales. Ellas mismas le temen e idolatran. Una secuencia en la
que introduce su mano a fondo en la garganta de una joven sobrepasa límites indignos.
¿No le parece machista? “Debería fijarse en quién coge mi mano y quiere
mostrarme de qué es capaz. El porno fue machista al 100%, las mujeres ni tenían
orgasmos. Hoy ha cambiado muchísimo, ahora mismo hay cosas que ni se imagina.
Es un ataque que se ha quedado atrás, me hace gracia”. Sea como fuere, era
también la obsesión de los directores durante los dos años de rodaje: “No hemos
mostrado el falso goce de las mujeres, sino sus heridas y dolor. No negamos que
la pornografía sea sexista y no escondemos nada, era nuestra principal
preocupación. Sin embargo, el documental también muestra que la verdad es más
compleja e incómoda”.
Los cineastas confían en que Rocco tenga más mercado que el actual cine
pornográfico. Siffredi cree que “Internet lo ha destruido al 100%. Ahora
cualquiera se graba con el móvil y lo sube gratis. Los nuevos ricos del sector
no son los productores sino quien sabe usar la Red”.
Rocco Siffredi, durante la promoción en Venecia del documental sobre él. TIZIANA FABI (AFP)
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