Tres especialistas
desvelan los principales quebraderos de cabeza de ellas cuando se trata de sexo
Ana Fernández
Alonso es sexóloga y miembro de la Asociación Estatal de Profesionales de la
Sexología (AEPS). Cuando le
preguntamos sobre ciertos temores sexuales femeninos, primero advierte de forma
tajante. “Que un mujer se sienta insegura respecto a su sexualidad no debería
ser algo común. La sexualidad se debe vivir como algo natural no como un tabú.
Hay que sentirse cómodo con ella”, afirma. Sin embargo, la realidad muestra que
las preocupaciones sexuales nos asaltan en algún momento de la vida, lo
queramos o no. Este tipo de temores no son patrimonio exclusivo de las
mujeres, como ya pudimos comprobar en ICON.“También les sucede
a los hombres. La diferencia es que a ellos les cuesta más admitirlo, en primer
lugar, y consultarlo, después, para intentar ponerle remedio con ayuda”, dice
la experta.
Lo bueno de ellas
es que, aunque para algunas ciertos miedos sexuales permanecen enquistados e
inconfesables durante largo tiempo, en general, las mujeres suelen compartir
con frecuencia (y sin pudor: por lo menos con sus mejores amigas) cualquier
pequeño o gran episodio que no va bien en la cama, lo cual hace que sea más
fácil remontar un bache o sobrellevarlo sin dramatizar.
Unas no aceptan su
cuerpo, otras no se sienten sexies y hay quienes temen que alguna parte de su
físico sea motivo de burla o comentario. Desgraciadamente, como apunta la
sexóloga Fernández, son muchas las que no acaban de liberarse de esta
preocupación
Claro que tener
esta habilidad para el diálogo emocional no es sinónimo de no poner remedio.
“Es que si la preocupación se convierte en una constante, es muy probable que
la sexualidad le produzca cierta ansiedad a esa persona. Puede sentirse
insegura y experimentar algún tipo de miedo (al fracaso, al embarazo o a no
quedarse embarazada, a no satisfacer a la pareja sexual,…). Si no se atiende
correctamente, podría convertirse con el tiempo en una fobia. Por eso, ante un
primer síntoma de temor, hay que tratar de resolverlo, cuanto antes”, comenta
Carolina Muñoz, psicóloga especialista en sexología y terapia de pareja
del Instituto Espill.
Preguntamos a tres
sexólogas por los miedos sexuales femeninos más frecuentes, su origen y las
estrategias para superarlos: Carolina Muñoz, Georgina Burgos y Ana Fernández.
No voy a llegar al
orgasmo
“En ocasiones se
debe a una falta de confianza en la eficacia del estímulo recibido; quizás
incluso basada en fundamentos reales. La persona se observa para evaluar si el
progreso hacia el orgasmo es el adecuado, y con ello, deja de fluir y no logra
abandonarse al placer. En otras ocasiones puede ser debido a que ella se siente
incómoda ante la mirada del otro y se bloquea. Y en este caso, la respuesta
sexual también deja de fluir”, explica Georgina
Burgos, psicóloga y sexóloga.
En un principio, y
ya que el orgasmo, como indica la experta, “es la antítesis del control, de lo
racional y de la voluntad porque es libre, fluyente y descontrolado”, la
solución pasaría por aprender a disfrutar de las sensaciones y darse permiso,
también, ¡incluso!, para no llegar al orgasmo. “Se trata de centrarse en el
deleite de la excitación, sin enjuiciamiento. Y dejar que pase lo que tenga que
pasar. El cuerpo es sabio”, analiza la experta.
¿Y si me acuesto
con alguien con alguna enfermedad de transmisión sexual?
Descartando que
hablemos de mentes paranoicas que se obsesionan con este tema sin ninguna razón
aparente (bien porque tiene pareja estable, bien porque pone los métodos
anticonceptivos adecuados para evitar contagios y embarazos), lo que sucede
muchas veces es que se tiene sexo con una persona demasiado pronto sin saber
nada de su vida, y sin la suficiente comunicación como para conocer y preguntar
abiertamente para despejar dudas. “Lo más recomendable es no tener prisa para
el encuentro sexual, tener la suficientemente confianza como para preguntarle
acerca de su sexualidad y de su salud, y utilizar siempre el preservativo como
el método de barrera más eficaz”, dice Carolina Muñoz. Algo que sí o sí es
obligatorio para descartar la que, según la encuesta realizada por la web
americana Superdrug
onlinedoctor, era la mayor preocupación de las mujeres americanas y europeas:
quedarse embarazada
No me apetece el
sexo con penetración. ¿Seré rara?
Hay mujeres que
opinan que la penetración en sí es un acto agresivo, y les resulta poco
atractivo dentro de las prácticas sexuales. Para Georgina Burgos puede haber
varias causas que originen este pensamiento. “Quizás puede deberse a que le
duele la penetración, o a que teme un embarazo no deseado, a creencias
arraigadas, a problemas en la relación, a no estar preparada para esta práctica
sexual o, incluso, a haber sido víctima de un abuso sexual. Las causas pueden
ser muchas y todas merecen una atención adecuada”.
La solución
dependerá de la causa y puede ser desde el uso de lubricante hasta mejorar los
niveles de excitación previos a la penetración, si se trata de dolor; pasando
por utilizar anticonceptivos fiables que eliminen inseguridades durante el
encuentro, o seguir una terapia específica para la superación del trauma que
puede haber supuesto un abuso sexual en el pasado. Y no menos importante, como
indica la sexóloga, “también hay que darse la oportunidad de revisar creencias
arraigadas que, quizás, ya no son útiles en nuestro presente”. Porque el sexo
no tiene que, impepinablemente, acabar en coito.
Tengo fantasías
sexuales, y las comparto con mi pareja, pero no tengo intención de hacerlas
realidad. ¿Y si él no lo entiende?
Una mujer puede
tener la fantasía de hacer un trío con su pareja y alguien más, pero eso no es
sinónimo de querer llevarlo a la práctica. El problema es que los hombres no siempre
acaban de entender esta diferencia. “Lamentablemente, la educación sexual sigue
siendo la gran asignatura pendiente de nuestro sistema educativo, y mucha gente
confunde fantasías con deseos. Hay que tener claro que las fantasías solo están
para excitarnos, para recrearnos con ellas, sin intención ni necesidad de que
se cumplan. Los deseos, en cambio, aun pudiendo ser igualmente ensoñaciones, sí
que tienen expectativas de querer llevarlos a cabo”, matiza la sexóloga Ana
Fernández. En esta, como en otras posibles situaciones, la posición femenina
ante él ha de ser clara: no es no.
¿Y si me pide algo
que yo no quiero hacer?
Imaginar que puede
llegar a ser sometida y no respetada en lo sexual ocupa uno de los grandes
miedos de las mujeres. Afortunadamente estos casos van sucediendo con menos
frecuencia ya que, como dice la sexóloga Ana Fernández, hemos ido tomando
conciencia de nuestros límites y aprendiendo que nadie nos debe forzar a hacer
algo que no nos guste. “Si una persona te pide algo que tú no quieres hacer, lo
razonable es decir que no. Y si te intenta forzar a ello, ya no es una cuestión
solo de que no te quiera (y por tanto, lo mejor es alejarse de esa persona),
sino de que su intención es reprobable y en algunos casos, incluso, denunciable”,
confiesa rotundamente la experta. En este sentido, lo más importante es poner
límites a todo aquello que desagrade o moleste, con aplomo.
Tengo complejos con
alguna parte de mi cuerpo y no las quiero mostrar
Unas no aceptan su
cuerpo, otras no se sienten sexies y hay quienes temen que alguna parte de su
físico sea motivo de burla o comentario. Desgraciadamente, como apunta la
sexóloga Fernández, son muchas las mujeres que no acaban de liberarse de esta
preocupación: “Que les suceda a una gran mayoría no le quita importancia, diría
que la aumenta porque nos da la medida de la gran influencia que tienen las
modas y el marketing en nuestra forma de
percibirnos como personas más o menos deseables”. Muchas veces se debe a una
baja autoestima que, como dice la sexóloga, nos lleva a pensar que nuestro
atractivo depende de una talla determinada.
Esa baja autoestima
se va reforzando con los mensajes con los que nos bombardea la sociedad
relativos a que para ser atractivas las mujeres tenemos que cumplir con unos
determinados cánones de belleza”, afirma la especialista
“Esa baja
autoestima se va reforzando con los mensajes con los que nos bombardea la
sociedad relativos a que para ser atractivas las mujeres tenemos que cumplir
con unos determinados cánones de belleza”, afirma la especialista. ¿Una posible
solución? Echar la vista atrás. Contemplar a las modelos de otras épocas, por
ejemplo, nos puede convencer de que, efectivamente, el concepto de belleza es
relativo y que, como dice la sexóloga, “el atractivo erótico de una persona
reside más en nuestra actitud que en una determinada estética”.
Tal vez no sepa
darle placer a mi pareja
Esta preocupación
puede reflejar una cierta inseguridad personal, quizás originada por una falta
de práctica o una duda casi perenne acerca de la valía de las propias
habilidades eróticas. Estar dispuesta a aprender es el primer paso para
demostrase a una misma que sí sabe, y puede, hacer las cosas de otra manera.
“La persona debe documentarse adecuadamente; recibir una correcta orientación
por parte de algún profesional de la sexología que le despeje las dudas;
aprender a tomar conciencia de la importancia de su propio placer, y saber
comunicarse mejor con su pareja. Todo esto le ayudará a mejorar su autoestima,
a vivir de forma más natural la relación de pareja (sin miedos, ni inseguridades)
y, por supuesto, a mejorar la vivencia de su sexualidad”, explica la sexóloga
Carolina Muñoz.
No consigo el
orgasmo con la penetración
Puede que, aún
gustándole el coito, la práctica no le resulte placentera. Algo absolutamente
normal teniendo en cuenta que la zona más sensible de los genitales femeninos
no es la vagina, sino todo lo que la rodea. De hecho, según una encuesta realizada en
Estados Unidos por la Universidad de Indiana, solo el 18,4 % de las mujeres
confesaron llegar al orgasmo a través del coito, mientras que un 36,6 %
afirmaban que para ello necesitaban también la estimulación del clítoris. “Las
mujeres disponemos de una mayor sensibilidad en la zona externa de la vagina
que en la zona interna. Hay una explicación claramente fisiológica, y es que si
la mujer tuviera tantas terminaciones nerviosas en la vagina como en el
clítoris o zonas de alrededor, al dar a luz un bebé podría entrar en coma a
causa del dolor”, dice la sexóloga Carolina Muñoz.
O sea: no llegar al
orgasmo con la penetración es algo muy normal. Tal y como pauta la sexóloga
Muñoz, es hora de aprender por una misma qué cosas son las que más te gustan
para que el sexo no se limite solo al coito. “Es importante que la mujer
conozca su físico y su respuesta sexual. Y para ello es recomendable que
aprendan solas a saber cómo funciona su cuerpo y cómo consiguen el orgasmo a
través de la autoestimulación”, afirma la especialista.
Me agobia saber que
en algún momento tengo que hacer una felación
Por un lado, porque
para algunas mujeres el sexo oral representa algo poco atractivo. Por otro
lado, hay chicas que aún gustándole la idea sienten que no saben hacerlo con
pericia, temen no darle placer al hombre o, peor aún, hacerle daño. “Este miedo
puede ser debido a la falta de experiencia en la felación, al desconocimiento
del cuerpo del otro sexo, o quizás, y también ocurre, al tener una pareja muy
sensible y a la que, efectivamente, le duele la felación o le genera
sensaciones excesivamente intensas. Pero el miedo suele disminuir con la
experiencia. Puede ser tranquilizador ir comprobando que cuando se pone en
práctica, no le hacemos daño”, explica Georgina Burgos, quien aconseja dejarse
guiar por la propia pareja para ir cogiendo confianza y destreza. Siempre, por
supuesto, que sea una práctica deseada por los dos.
Hace mucho tiempo
que no tengo sexo con nadie. Y lo deseo
Según la sexóloga
Carolina Muñoz hablamos de una preocupación que suele angustiar de una forma
muy frecuente. “Hace que la persona se cuestione su atractivo, su valía
personal y su capacidad para atraer a otras personas. La propia preocupación
hace que el modo de relacionarse con los demás se vea alterado, hasta el punto
de llegar a transmitir ansiedad, miedos o inseguridades. Esta actitud no ayuda
nada para resultar atractiva y hace que la persona se sienta frustrada una y
otra vez en los distintos intentos o situaciones de conocer a nuevas personas”.
Es decir, que la
bola de nieve se hace cada vez más grande hasta ser enorme y desilusionante. Lo
más adecuado es no tener expectativas con los demás, realizar un trabajo
psicológico individual para mejorar la autoestima y trabajar el desarrollo de
otras capacidades, como bailar, practicar ejercicio físico, aprender idiomas,
etc. “Esto puede mejorar mucho la calidad de vida de la persona y su felicidad.
Si ella se siente bien consigo misma, es muy probable que despierte el interés
de los otros”, dice la especialista.
No tengo apetencia
sexual
También las hay que
aún teniendo alguien al lado y la facilidad para practicar sexo a cualquier
hora, no sienten la necesidad de ello. En este caso, como sugiere Georgina
Burgos, es bueno reflexionar acerca de cuál es el origen. “¿Son los deseos de
esta persona coincidentes con los de su pareja?, ¿se tiende a una sexualidad
coito-céntrica deseada por un miembro de la pareja, pero no por el otro?, ¿el
modo en que se desarrolla el encuentro erótico o sexual es suficientemente
atractivo para ella?”, expone la sexóloga.
Esa inapetencia
podría deberse a cualquiera de estos motivos. “Si ocasionara un conflicto entre
ambos, lo recomendable es acudir a una terapia sexológica. Y el objetivo
fundamental en este caso será mejorar la satisfacción de ella para poder
mejorar su apetencia sexual, sin perder la satisfacción de él. Todo un arte”,
indica Burgos. Ampliar el repertorio sexual, erótico y sensual, desde una
afinidad erótica para los dos, ayudará, y mucho, a salir de este bache.
He tenido muchas
parejas y me preocupa que me juzguen por ello
“La moral sexual
tradicional nos lleva a legitimar el hecho de que en los hombres la
promiscuidad en sus relaciones eróticas sea un valor, y sin embargo, en las
mujeres se vea como algo negativo y reprobable”, afirma la sexóloga Ana
Fernández. Afortunadamente, este pensamiento va desapareciendo. Lo malo viene
cuando los condicionamientos sociales se juntan con inseguridades personales.
“Detrás de esta inseguridad puede haber un miedo individual al rechazo porque
con una buena autoestima no tendría por qué importarnos que nuestra pareja esté
al tanto de cualquier circunstancia de nuestra vida, ya que si alguien elige
ser mi pareja, es porque yo le intereso, si está conmigo es porque quiere; si
no, no estaría”, zanja Fernández.
Un buen
asesoramiento y sobre todo una sólida educación sexual podrían ser los primeros
pasos para salir de este bucle.
21 MAY 2018 - 07:50 CEST EL PAIS
Foto principal: "Si no se atiende correctamente una preocupación sexual podría convertirse con el tiempo en una fobia. Por eso, ante un primer síntoma de temor, hay que tratar de resolverlo", dicen los especialistas. En la imagen, Meryl Streep en la película 'Si de verdad quieres'. CORDON
No hay comentarios:
Publicar un comentario