Vengo aquí por propia voluntad una vez más, tras las vulvas y
las pelotitas del otro día, para informarles de mis profundos descubrimientos. El de
hoy: la
ropa interior de las mujeres es
la ropa interior de las mujeres, aunque esté comprada para hacerse exterior. Es
más, la adquieren para ellas mismas, y no para nosotros, pobres ilusos. Y dicho
esto, voy a hablarles de un
vídeo titulado ‘Fleurs du Mal‘como
los poemas de Baudelaire, que
resultó polémico en Inglaterra al tratar de vender lencería femenina de lujo con estética
película de serie B, es decir, tipo'antes muerta
que sencilla'.
Alguien escribió aquí que a los
hombres, no nos interesan nada tales prendas íntimas. Que ni las vemos, ni las
queremos ver; que somos incapaces de apreciar sedas o puntillas. Y yo eso lo
niego, pero sin rotundidad. La
marca no la recordaré de eso estoy seguro; no sabría reconocer nada como de esta
o aquella casa por su estilo o calidad de licra,
como harían muchas/os de ustedes, capaces de pillar el detalle original a
la primera. Entiéndanme. Sé
apreciar una buena tela. Y más no. Por falta de tiempo, más que nada, en
ese fragor del aquí te pillo... que me/nos caracteriza, ejem... Y donde esté una buena piel
¿para qué poner barreras? O, al menos, eso pensaba yo antes de escribir esto.
Clásicas o contemporáneas, a esto se podría reducir mi definición
de la vestimenta para el estado, digamos, de cueros medios... Y nunca me quejo
de nada, no, ni deberían ustedes hacerlo... Y les pongo a unos y otras un
ejemplo de época para que me entiendan.
Hay quien se compra los
tangas en China (sin
saberlo, están en alza), y por mí, divinos igual (¿qué es lo que no viene de allí,
digánme, si Asia es ya el útero materno?). Lo que importa es la percha y el
resultado final. Una
braga (o un calzón) bien puesta o bien cortada, como decía mi madre, hace maravillas a
la hora de agarrar de donde imaginan (esto lo añado yo, como supondrán; a ella,
pobre, lo más que la agarró fue la represión de esa primera época, cuando
levantarse la enagua no sólo era perder el sentido sino la honra).
Pero vean el vídeo (abajo). Lo he
descubierto navegando en el estupendo blog vecino Sexo a diario en el periódico argentino La Nación. Sin que
organismo oficial alguno lo haya finalmente sancionado, hay quien sigue opinando que esta
publicidad es un insulto para la mujer, que la convierte en objeto, la hace de
plástico, manipulada,
desnaturalizada, violentada en manos de otros/as o del mercado, en este caso. Algo nada
nuevo, me he dicho yo: en manos del mercado estamos todos. Y aquí hay también
creación, idea, diseño, obra y producto de moda para la temporada de invierno,
claro... Pero pasen y vean.
¿Sexista? ¿Antinatural? ¿Una ofensa?
¿Una creación original? ¿O publicidad y punto? Mientras meditan, les cuento que
hay quien sugiere si no será QuentinTarantino quien lo dirige o si es broma pesada pensada para
celebrar Halloween. El anuncio es de marca famosa, Agent Provocateur, de
la que ya se habló aquí cuando
anunciaron tienda en España. Y ya la han abierto, en pleno barrio
de Salamanca madrileño, que me da, por ahí el sexo debe resultar bien
burgués. Ellos venden siempre en sus imágenes, dicen, "sensualidad
más que sexo explícito". ¡Vaya, como en el blog Eros! Y destilan todo ese
glamour de gasas, puntillas y dorados que les agrada más a ellas que a
nosotros, me parece. Que me perdonen, porque yo, ante tal estética, me retrotraigo a tiempos decimonónicos; a esas alcobas
imperiales con alfombras y lámparas de cristal, que sí, debían acoger mucha cabalgada
cortesana, pero como buen charnego del
Poble Sec que soy, siempre me pregunto por la vida real y sexual del pueblo
llano. Y con lo histórico me vengo abajo. ¿Cómo se lo montarían en su
pobreza, mientras sus señores follaban como villanos entre carnicería y
carnicería? Y eso mismo me pasa con esta publicidad: me da miedo, veo más allá,
imagino cosas, impide el calentamiento de cualquier parte de mi cuerpo.
Lo contrario que se supone debe ser la
lencería (que acerque las almas). ¿O no?
Sexy o no, local o internacional, glamourosa, agresiva, negra, roja o
delicada... abundan las prendas y este mercado marcha. Y en la Red, que anduve
buscando, hay tanto, y tanto reclamo en cuerpo escultural y ambiente prostibulario, que uno podría quedarse pegado al sitio mirando tan feliz algunos siglos.
Vean este enlace y diganme de corazón. Por ver, he visto hasta
lugar para comprar medias por correo, caso de ardiente necesidad: Panty by post se llama el lugar.
Volviendo a Agent Provocateur, para mí el anuncio es semifallido (de hecho, estamos
hablando de él). Porque esto podrá subir el tono a alguien, pero no más que los sonados desfiles de
lencería tipo Victoria's Secret (no me lo han soplado, lo juro, lo he visto yo con mis
ojos), cuyas exhibiciones, dotadas de un halo
de acontecimiento mundial y exclusividad, me recuerdan
a las ceremonias de inauguración de los Juegos Olímpicos, pongamos, pues se reúne un gentío a festejar muy
contento y excitado y los televisan y todo con profusión de invitados y mucha
moral, ciertamente, mientras ellas (o ellos, que también) van desfilando con
sus cosas por bandera.
Además, dado que es imposible que lo
que se ve sea verdad, se te
van los ojos tras las plumas y el culo esplendoroso, como si se estuviera a
punto de batir récord mundial. Un fotógrafo de moda me contó un día que la mayoría
de modelos no resisten un desfile de bañadores o ropa interior, porque ahí es
donde se quedan en nada; a menudo les
colocan relleno en las tetas para
poder colgar el sostén en algún lado abultado de su anatomía, aquí
encontrarán algo de lo que les digo; pero antes, piensen que muchos paquetes de ellos, tampoco
se salvan de apaños, que no todo es taleguilla torera. ¿Ratifican estos
saraos el éxito de las prendas de interior?
Pues me van a perdonar ustedes, yo creo que el culo
solo, funcionaría igual.
Joaquin Phoenix entregado al guión.
Para otros sin embargo, esas piezas de
ropa son tesoros. Hay
tanta literatura al respecto como
tiendas de prendas online (perdonenme ustedes la
comparación), y numerosos escritores han hecho de la braga o el sostén,
por ejemplo, su templo particular. Como
Francisco Umbral, por ejemplo, antes de ponerse a hablar sólo de "su
libro": "Dulce braga femenina, pequeña braga joven, triángulo leve y
calado, mariposa de lencería sexual, funda gentil donde ella, ellas, enfundan
lo más compacto y resuelto de su cuerpo, de su alma"... ¡Dios!
En fin, prefiero las cartas de Joyce a su esposa Nora Barnacle allá por 1919:"Mi dulce y traviesa pajarita
folladora. Aquí está otro billete para comprar lindas bragas, medias o ligas.
Compra bragas de puta, amor, y asegúrate de rociarlas con algún agradable
aroma...". Y ahí es donde el genio del Ulises hacía agua en la lejanía... incitándola primero, e imaginándola luego en plena escena masturbatoria, intuyo.
Y a la espera de prenda interior tan celebrada, tan cercana al culo de su
amada, le escribía él para decirle que dormía
con el guante de ella al lado. Y que el guante se portaba muy
apropiadamente, tal y como su dueña hacía...
Ya ven, felices y apasionados gracias a
su ropero.
Por: EL PAÍS | 15 de marzo de 2012
Joan G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario