Genetistas,
historiadores y médicos entregan sus respuestas
“Las mujeres
argentinas tienen orto, las colombianas jopo, las brasileras bunda, las
mexicanas bote, las peruanas tarro, las cubanas nevera o fambeco, las chilenas
tienen poto. O mejor dicho, las chilenas no tienen poto, según mis amigos
transandinos que se quejan de esa falta y quedan asombrados cuando viajan por
Latinoamérica. Yo mismo casi me encadeno a la muralla del Baluarte de San
Francisco en el último Hay Festival de Cartagena de Indias para no tener que
volver y poder seguir admirando el desfile incesante de cartageneras o
barranquilleras cuyos culos altaneros merecían no este breve artículo sino un
tratado enciclopédico o un poemario como el Canto General”.
Este pasaje de
la “Oda al culo” fue escrito por el argentino Pedro Mairal, autor del “Ensayo
sobre las tetas”, para la revista Soho, una publicación colombiana para hombres
que lo convocó a analizar traseros. “La opinión del poto chileno es de mis
amigos chilenos. No lo pude corroborar en persona aún”, explica desde Buenos
Aires Mairal, quien no alabó a las colombianas por cumplir: basta mirar el
resultado del Miss Reef 2012, realizado hace unos días en Reñaca. La ganadora
fue Karen del Castillo, una cafetera con genes privilegiados que además camina
todo el día por la montañosa Medellín, que va al gimnasio cinco veces por
semana y que es adicta al Power Plate, la plataforma vibratoria que dicen que
tonifica hasta los pensamientos. Un día después del triunfo mostró las garras.
“Algunas chilenas tienen caras lindas y son simpáticas, pero está escaso el
poto por acá”, declaró muerta de la risa.
“Siempre se ha
dicho que es mapuche, pero de acuerdo con la estructura de la lengua mapudungun
hay más consenso en pensar que es quechua. En el Perú utilizan la palabra poto
para una vasija, lo que nosotros aquí llamamos pote, y ahí se entendería que la
parte de debajo de la vasija corresponda al trasero”, detalla Alba Valencia, ex
presidenta de la Sociedad Chilena de Lingüística.
En resumen, la
forma del trasero nacional tendría su origen en la época de la Conquista, según
Juan Carlos Marín, ex presidente de la Sociedad Chilena de Genética: “La mujer
chilena no se caracteriza por tener un trasero bonito por el componente
asiático. Se cruzaron mujeres amerindias, de origen asiático, con colonizadores
españoles, de componente caucasoide. El asiático no es de glúteos prominentes y
el caucasoide es un intermedio entre raza blanca y negra. En Brasil, Colombia y
Venezuela llegaron esclavos negros y por eso la mujer tiene trasero prominente.
A Chile llegó poquísimo negro. En concreto, el trasero amerindio es más plano,
el caucasoide es intermedio y el más curvo es el negro”.
Esta última
descripción encierra el término esteatopigia, “que es una característica de la
raza negra, razas caminadoras que ocupaban la sabana. Es un gran desarrollo del
glúteo y de la grasa”, describe la geriatra y experta en medicina interna Helia
Valencia. “Hay que hacer la aclaración”, agrega. “Si uno habla de las nalgas de
las chilenas, término vulgar poto, se está refiriendo a ellas como atractivo
erótico, pero la función del glúteo es mantener la posición de bipedestación,
caminar en dos pies. El glúteo tira la cadera para atrás, la sujeta en la
posición de levantar la columna y es el músculo más importante de la zona. Es
una masa muscular enorme y está revestido de grasa porque sirve para acomodarse
en una posición de descanso. Al envejecer se pierde el glúteo y por eso la
característica más clásica de la vejez es que se aplastan las nalgas. Canas y
dientes son accidentes; arrastrar los pies, eso es vejez”, cita.
Mario Castro,
antropólogo físico de la Universidad de Chile, postula que “el tema es bien
relativo, pero a la pregunta de si estamos castigados por la genética tendría
que decir que la población chilena podría estarlo en el sentido que tiene un
componente amerindio que la hace más bien baja, donde el tronco es importante y
la extremidad inferior es más corta comparativamente con otras poblaciones. Eso
trae aparejado que la musculatura glútea no sea tan prominente, pero agrégale
que tenemos malos hábitos y no hacemos actividad física. Toda la musculatura
requiere que la mantengas en uso para que esté a tono y mantenga una suerte de
atractivo. Si eso no ocurre, se atrofia. La pregunta que tendrías que hacer es
al revés: ¿Qué habría pasado si nos hubieran colonizado los noruegos, los
suecos?”.
Cambiar este
destino es posible, pero requiere fuerza de voluntad o una buena cuenta
corriente para pagar tratamientos estéticos o una cirugía. También, en una de
esas, la teoría evolutiva cambia las cosas. Según Juan Carlos Marín, si para
los hombres el trasero fuera un factor relevante, seleccionarían mujeres con
esos rasgos y éstas tendrían más posibilidades de reproducirse que otras, pero
“esto no es a corto plazo, sino en una escala de tiempo de unos 5 mil años”.
¿Ves que hay futuro?
Foto principal: Tatiana Neves, la brasileña que conquistó a Justin Bieber
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