“El cuerpo no es un laberinto donde se pierde otro cuerpo tanteando
a ciegas; es, por el contrario, (…) sendero que el tacto recorre con parsimonia
gozosa como quien deja correr entre los dedos uno a uno los granos de arena”.
–Esther Seligson
–Esther Seligson
¿Qué
es el hombre sino un cuerpo, cúmulo de células, sangre, piel y huesos que
se mueven tiemblan y respiran? Percibimos el exterior e interactuamos con
el mundo sensible a través de él; sin embargo, nuestra percepción sobre sus
formas y dimensiones es influenciada por un modelo de perfección y belleza
occidental. La tiranía del cuerpo perfecto, joven, delgado y por ende
bello, condiciona socialmente la percepción. Este ideal se ha construido
en una sociedad de masas, en la que no sólo se consumen mercancías, sino moldes
y modelos, entre ellos parámetros de belleza sobre el cuerpo.
¿Acaso
no somos producto de toda una industria cultural, que nos forma y deforma?
A diario miramos en las revistas, la televisión, los aparadores de las tiendas,
modelos y formas de vestir o comportarnos; del mismo modo se transmite un
ideal sobre las formas corporales. No se nos vende una crema, un pantalón o un
jabón, sino un modelo de belleza. Esas imágenes que vemos desde pequeños y que
nos infunden deseos, pulsiones que a la vez son represivas. Deseamos ser como
esos modelos perfectos y ello nos impulsa a invertir tiempo, dinero y
energía; pero por otra parte, esto resulta una tarea imposible y
frustrante.
Olvidamos ver, sentir y percibir nuestro propio cuerpo, a cambio de conseguir asemejarnos a estos estereotipos. Sin embargo, no hay que olvidar que la estética dominante, que responde a un mercado, tiene como contrapeso su propia irrealidad y contradicciones. En un mundo diverso, la dimensión de belleza de otras culturas puede bien ser una pista para darnos cuenta que los cuerpos, como la belleza no es absoluta, es sólo una construcción social.
Po ello, puede resultar atrevido explorar a través del cuerpo e indagar en nuestros propios cánones y nociones de belleza. Ello implica transformar y cuestionar las propias ideas y percepciones de belleza y liberarnos de estereotipos.
Si bien el molde se impone al cuerpo, este puede ser roto: el arte es una vía para esa ruptura. El arte cuestiona, critica, subvierte; es un camino para triturar nuestra visión de la realidad y poner de cabeza la manera en que observamos el mundo, crea otro modo de expresar las mismas cosas.
Olvidamos ver, sentir y percibir nuestro propio cuerpo, a cambio de conseguir asemejarnos a estos estereotipos. Sin embargo, no hay que olvidar que la estética dominante, que responde a un mercado, tiene como contrapeso su propia irrealidad y contradicciones. En un mundo diverso, la dimensión de belleza de otras culturas puede bien ser una pista para darnos cuenta que los cuerpos, como la belleza no es absoluta, es sólo una construcción social.
Po ello, puede resultar atrevido explorar a través del cuerpo e indagar en nuestros propios cánones y nociones de belleza. Ello implica transformar y cuestionar las propias ideas y percepciones de belleza y liberarnos de estereotipos.
Si bien el molde se impone al cuerpo, este puede ser roto: el arte es una vía para esa ruptura. El arte cuestiona, critica, subvierte; es un camino para triturar nuestra visión de la realidad y poner de cabeza la manera en que observamos el mundo, crea otro modo de expresar las mismas cosas.
DESCARGAR DOS PRESENTACIONES CON FOTOGRAFÍAS MODIFICADAS DE JENNIFER LÓPEZ Y MADONNA
Jennifer López:
Madonna:
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