sábado, 24 de junio de 2017

Pablo Bromo - fotografías de Gean Paolo Dessoli



Algo muy parecido a la luz sale de nuestras bocas cuando hablamos. Una autopista amarilla, que es patria y sol embellecido, incendia nuestras pieles cada mañana. Su calor inminente nos arropa los dedos, que son meteoritos, que son misiles, que son pulsiones eléctricas.

 Desde el rincón de nuestra guarida , observamos como los pájaros celestiales del tiempo hacen sus nidos y migran hacia el futuro danzando en círculos. Colibríes electromagnéticos danzan al ritmo de cada orgasmo. Libélulas incandescentes mitigan el azar de un teorema cuántico hasta desvanecerlo. Luciérnagas textuales se hipnotizan unas a otras al ritmo de nuestro abrazo. 

Las miradas se encuentran en un microsegundo, microcosmos, micrófono abierto de saliva que explota en un caleidoscopio de risas y tactos. Mil hormigas ciegas se derriten sobre la desnudez de nuestros veranos. Arde el horizonte. Arde arde.Te hundes espasmódica en mi pecho. Me hundo erosionado en tu colmena ácida de nubes vertiginosas. Hay una explosión de saliva y alquimia, una fricción de lunares se agitan tibiamente. Llega el frío. Llega una multitud de silencios. Llega la anhelada calma y nos hacemos uno hasta congelar en fotografías nuestros más rosados maremotos.












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