Con
sus senos redondos y opulentos,
saltando
del corpiño enardecidos,
Gamunda
estaba releyendo cuentos
de
doncellas raptadas por bandidos.
La
sacudían ya los ardimentos
y
estaban tan obsesos sus sentidos
gustando
los diabólicos tormentos
entre
espasmos de goces y gemidos.
En
el espejo oval, que estaba enfrente,
de
pronto vio su imagen esplendente,
y
admirada quedó de su hermosura.
¡Poco
a poco se fue quitando todo...!
y
Gastón, sin hallar blando acomodo,
vichando
estaba por la cerradura.
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