Aquí hay algunas sugerencias para disfrutar del placer de la
penetración en las relaciones sexuales. Ya se sabe que la penetración no es la
única manera de conseguir placer, pero no cabe duda que proporciona una gran
fuente de estímulos eróticos. Aunque el modelo que se ofrece es el de una
pareja heterosexual: hombre y mujer. Puede servir de inspiración a otras
orientaciones sexuales: Gays y lesbianas.
Existen muchas otras porque, gracias a la experimentación, las parejas pueden encontrar posiciones más avanzadas o inusuales que aporten variedad a su vida sexual.
De estas posiciones básicas se pueden derivar muchísimas otras. Sólo depende de la imaginación y la disposición de la pareja a buscar variación y novedad.
Cara a cara
La medusa
Si el hombre está dotado de flexibilidad y resistencia, esta
posición tiene una variante muy atractiva para los amantes del balanceo durante
el coito. En cuclillas, el hombre recibe a la mujer preparado para quedar
realmente extasiado: sus movimientos pueden imitar los de una hamaca, yendo de
atrás para adelante con los pies bien apoyados en el piso. De otra manera, él
puede quedarse inmóvil y dejar que ella se mueva hasta el final.
La fusión
Para esta postura, el hombre se
sienta echando su cuerpo levemente hacia atrás y apoyando sus manos al costado
del cuerpo. Las piernas pueden estirarse o flexionarse según la comodidad que
se disponga y la cabeza puede estar relajada. La mujer, asumiendo el rol activo
de la ocasión, pasa sus piernas por encima de su compañero y apoya sus brazos
atrás del cuerpo.
La estimulación previa debe ser intensa, ya que durante la penetración esta postura impide el acercamiento manual y el contacto de las bocas. La mujer marca el ritmo o se pacta un encuentro pene-vagina con un movimiento de ambos hacia el centro. De cualquiera de las dos formas, es esencial que el clítoris aproveche los impactos con el cuerpo de él. La mirada tiene un componente fundamental y la palabra puede ser un increíble arma para gozar la fusión por completo.
La estimulación previa debe ser intensa, ya que durante la penetración esta postura impide el acercamiento manual y el contacto de las bocas. La mujer marca el ritmo o se pacta un encuentro pene-vagina con un movimiento de ambos hacia el centro. De cualquiera de las dos formas, es esencial que el clítoris aproveche los impactos con el cuerpo de él. La mirada tiene un componente fundamental y la palabra puede ser un increíble arma para gozar la fusión por completo.
El deleite
Ella se arrima al borde de la cama o de una silla. El se
arrodilla para dejar su pene a la misma altura que la vagina de ella, que se
abre de piernas para recibir el sexo de su compañero y echar su cuerpo para
atrás en una sutil relajación. Al mismo tiempo, el cuerpo de él es envuelto por
las piernas de ella mientras se ocupa de marcar el ritmo de la penetración.
La amazona
En este caso, es el hombre quien se relaja y se acuesta boca
arriba, con las piernas levemente abiertas y flexionadas hacia su pecho. La
erección la espera a ella, que se acomoda en cuclillas amoldándose a la postura
adoptada por él. La mujer se "sienta" literalmente en el pene de su
compañero. Debe hacerlo lentamente.
Sus muslos impulsarán todo el movimiento que necesita esta postura, donde la penetración se da en sentido arriba-abajo. Sólo apta para espíritus arriesgados y mentes abiertas, "La amazona" es la mujer que cabalga a su hombre de la manera más salvaje y primitiva.
Sus muslos impulsarán todo el movimiento que necesita esta postura, donde la penetración se da en sentido arriba-abajo. Sólo apta para espíritus arriesgados y mentes abiertas, "La amazona" es la mujer que cabalga a su hombre de la manera más salvaje y primitiva.
La posesión
Las piernas se entrelazan en esta postura sensual y placentera,
donde la mujer permanece acostada y con las piernas abiertas esperando que su
compañero la penetre sentado y tomándola de los hombros para regular el
movimiento. El pene entra y sale desviando su movimiento hacia abajo, ya que la
altura del vientre de la mujer queda levemente más arriba que la del hombre.
La hamaca
El hombre está sentado (preferentemente en una superficie dura,
no la cama), con las piernas flexionadas y se toma la parte posterior de sus
rodillas. De esta manera, recibe a la mujer que se hace penetrar acomodándose
en el espacio que queda entre las piernas de él y su tronco. El presiona con
las rodillas el cuerpo de su compañera, la atrae hacia el suyo provocando el
vaivén de ambos mientras, por ejemplo, le besa los pechos que están a la altura
de su rostro. Una sensación única que recuerda el tierno ir y venir de las
hamacas de la infancia.
El trapecio
El hombre se sienta con las piernas abiertas y su compañera (ya
penetrada) arriba de él. Tomándola de las muñecas, ella se va relajando hacia
atrás hasta caer por completo: debe estar súper relajada y entregada a la
fuerza de su compañero que la atrae a su cuerpo con sus brazos provocando la
embestida necesaria para el coito.
Es una postura complicada ya que requiere la liviandad de la mujer, bastante equilibrio de ambos y la fuerza y habilidad del hombre. Ideal para cambiar la rutina y probar nuevas emociones...
Es una postura complicada ya que requiere la liviandad de la mujer, bastante equilibrio de ambos y la fuerza y habilidad del hombre. Ideal para cambiar la rutina y probar nuevas emociones...
La doma
El hombre cómodamente sentado recibe a su compañera que se
encaja a su cuerpo sentándose también sobre la erección de él. La mujer puede
hacerse desear tomando el pene con la mano y posándolo sobre su vagina haciendo
movimientos suaves sobre ella, pero sin introducirlo. El hombre puede imponer
su voluntad presionando a la mujer hacia su miembro lentamente, mirándola a los
ojos.
La pasión del abrazo, los juegos de lengua y las espaldas de ambos al alcance de la mano para causar escalofríos en el otro son algunas de sus bondades. La doma puede ser un camino hacia un orgasmo intenso e inolvidable.
La pasión del abrazo, los juegos de lengua y las espaldas de ambos al alcance de la mano para causar escalofríos en el otro son algunas de sus bondades. La doma puede ser un camino hacia un orgasmo intenso e inolvidable.
La butaca
Recostado sobre una almohada o
almohadón confortable, el hombre se sienta con las piernas flexionadas y un
poco abiertas. Esta posición permite la postura que consiste en que ella se
siente cómodamente en el espacio que él forma con su cuerpo. Con la ayuda de
sus manos, el hombre acomoda a su compañera en su erección, controlando ambos
el ritmo y la intensidad de la penetración.
Las piernas de ella se apoyan suavemente en los hombros del hombre, quien tiene su cabeza atrapada y envuelta en los muslos de su compañera. El hombre puede tocar el clítoris de ella al tiempo que la sostiene de la cintura con fuerza. La dificultad que reside en acercar los rostros y lo osado de la propuesta, convierten a "La butaca" en una postura diferente y extremadamente sensual.
Las piernas de ella se apoyan suavemente en los hombros del hombre, quien tiene su cabeza atrapada y envuelta en los muslos de su compañera. El hombre puede tocar el clítoris de ella al tiempo que la sostiene de la cintura con fuerza. La dificultad que reside en acercar los rostros y lo osado de la propuesta, convierten a "La butaca" en una postura diferente y extremadamente sensual.
De pie
La carretilla
Al borde de la cama y con los antebrazos apoyados, la mujer se
dispone a ser "levantada" de las piernas por el hombre, quien de pie
detrás de ella, la penetra sosteniéndola de los muslos. El estímulo y el placer
se concentran en los genitales de ambos, pero es el hombre quien lleva el ritmo
atrayendo el cuerpo de ella hacia el suyo.
La variedad de movimientos y sensaciones que permite la postura es asombrosa: circulares, ascendentes y descendentes, con las piernas de ella más cerradas o bien abiertas...
La variedad de movimientos y sensaciones que permite la postura es asombrosa: circulares, ascendentes y descendentes, con las piernas de ella más cerradas o bien abiertas...
La sorpresa
Esta postura es ideal para los amantes del sexo más salvaje y
primitivo. El hombre, de pie, toma a la mujer por detrás y la penetra tomándola
de la cintura. Ella, relaja todo su cuerpo conforme la gravedad hasta apoyar
sus manos en el piso. El hombre "sorprende" a la mujer por detrás y
marca la cadencia del coito. Para ella, el placer se concentra en el ángulo de
abertura de la vagina que, al ser limitado, provoca una sensación de estrechez
muy placentera para muchas mujeres.
Para él, la sensación más poderosa se expande desde el glande, que entra y sale de la abertura vaginal a su antojo y acaricia el clítoris en las salidas más audaces. Además, el campo visual del hombre abarca el ano, los glúteos y la espalda, zonas altamente erógenas para muchos. La dominación que él ejerce y la relajación total de ella pueden favorecer el jugueteo del hombre con el ano de ella: introducir un dedo durante el coito puede ser enormemente excitante.
Para él, la sensación más poderosa se expande desde el glande, que entra y sale de la abertura vaginal a su antojo y acaricia el clítoris en las salidas más audaces. Además, el campo visual del hombre abarca el ano, los glúteos y la espalda, zonas altamente erógenas para muchos. La dominación que él ejerce y la relajación total de ella pueden favorecer el jugueteo del hombre con el ano de ella: introducir un dedo durante el coito puede ser enormemente excitante.
El abrazo total
La pareja está de pie, desnuda y enfrentada. Ella trepa a su
compañero por los hombros y abraza su cuerpo con las piernas. El toma a la
mujer de los glúteos y la atrae a su cuerpo para penetrarla. El abrazo total es
parte de un sexo pasional y creativo, donde el contacto corporal es muy
completo. El ritmo del coito puede ser de dos maneras: de arriba hacia abajo o
de atrás para adelante, dependiendo de la intensidad de placer que ambos
experimenten con cada opción.
Ella encima
El sometido
El hombre se acuesta cómodamente entregando su placer a la
voluntad de su compañera. Aprovechar este juego de sometimiento masculino puede
ser un estimulante total para ambos: el encuentro puede empezar con caricias y
besos de ella a él, que permanece siempre en la misma posición, para terminar
en la penetración profunda que permite la posición, donde ella se coloca de
espaldas y controla los movimientos ayudándose de los brazos.
Muy erótico para el hombre resulta que ella asome su rostro por sobre su hombro. Además, el hombre tiene un fácil acceso al ano y los glúteos de su compañera, quien puede disminuir la velocidad de los movimientos para disfrutar del estímulo anal o de que su pareja toque sus pechos.
Muy erótico para el hombre resulta que ella asome su rostro por sobre su hombro. Además, el hombre tiene un fácil acceso al ano y los glúteos de su compañera, quien puede disminuir la velocidad de los movimientos para disfrutar del estímulo anal o de que su pareja toque sus pechos.
Variante
de: Cara a cara
Esta postura clásica también se
realiza con la mujer en la posición dominante, lo que resulta muy excitante
para muchos ya que modifica sustancialmente lo tradicional en la "Cara a
cara" que es el hombre sobre la mujer. De esta forma ella puede frotar su
clítoris en el vientre de su compañero con más facilidad y según su antojo.
Es ideal para las mujeres a las que les cuesta llegar al orgasmo y necesitan una estimulación muy directa del clítoris y los labios vaginales. Además el hombre puede tocar impunemente los glúteos de su compañera, meter sus dedos en el ano de ella y atraerla hacia su cuerpo con fuerza tomándola de las nalgas.
Es ideal para las mujeres a las que les cuesta llegar al orgasmo y necesitan una estimulación muy directa del clítoris y los labios vaginales. Además el hombre puede tocar impunemente los glúteos de su compañera, meter sus dedos en el ano de ella y atraerla hacia su cuerpo con fuerza tomándola de las nalgas.
Variante de: El sometido
Otra forma de probar esta postura es que la mujer extienda su
cuerpo hacia atrás, apoye sus brazos en los de su compañero y extienda sus
piernas hacia adelante. De esta manera, el hombre podrá llegar a sus pechos con
facilidad y la mujer podrá apoyar sus glúteos en el vientre de su compañero y
realizar movimientos circulares.
El pene no puede penetrar tanto en la vagina, lo cual puede ser sumamente excitante para ambos.
El pene no puede penetrar tanto en la vagina, lo cual puede ser sumamente excitante para ambos.
Variante
de: La fusión
Si el hombre se relaja y apoya todo
su cuerpo y la mujer se incorpora levemente, la fusión adquiere una variante
donde la penetración es más profunda. El ritmo lo sigue llevando ella y el
movimiento que sale con más facilidad es el arriba-abajo que la mujer debe
realizar sobre su compañero.
Las manos de ella pueden tocar el pecho de él o tomar su pene como si lo masturbara para aumentar el placer de ambos.
Las manos de ella pueden tocar el pecho de él o tomar su pene como si lo masturbara para aumentar el placer de ambos.
El arco
Variante del "Cara a cara", el arco es una posición
que, a través de una pequeña variante, modifica las sensaciones al extremo. La
mujer permanece acostada boca arriba con las piernas abiertas y flexionadas,
apoyando sus brazos detrás de los hombros. Cuando su compañero esté listo para
penetrarla, eleva sus caderas y se posa sobre las piernas flexionadas del
compañero.
El placer que ella recibe se centra en la penetración profunda y en la particularidad de sentir toda la zona vaginal y abdominal envuelta de la piel del hombre. El cansancio que se experimenta al mantener la posición se ve recompensado con la potencia del orgasmo que puede provocar.
El placer que ella recibe se centra en la penetración profunda y en la particularidad de sentir toda la zona vaginal y abdominal envuelta de la piel del hombre. El cansancio que se experimenta al mantener la posición se ve recompensado con la potencia del orgasmo que puede provocar.
Las aspas
del molino
Boca arriba, la mujer se tiende con
las piernas abiertas a recibir a su compañero que, en esta posición, la penetra
de frente a las piernas de ella. La diferencia de sensaciones es notable en
este tipo de penetración: el clítoris y los labios vaginales están en pleno
contacto con la pelvis y los alrededores del pene del compañero y la
penetración más accesible es a través de movimientos circulares. El hecho de no
poder verse cara a cara le da un encanto especial a la postura. La novedad de
las caricias sorprende gratamente: la mujer puede acariciar las nalgas de su
compañero, clavar suavemente sus uñas en la parte posterior a las rodillas,
asir los testículos de su compañero. El hombre; chupar los pies de ella, morder
sus dedos, acercar su mano a los genitales de ambos que se están fundiendo y
tomar su pene para penetrarla mejor.
La profunda
Esta es una posición de penetración total, de allí su nombre.
Con las piernas elevadas y abiertas, ella aguarda a que su compañero introduzca
el pene en su vagina para calzar sus piernas en los hombros de él, que apoyará
sus manos para regular el movimiento.
A muchas mujeres puede parecerles complicada, incómoda o dolorosa la visualización de esta postura, pero vale la pena probarla porque ofrece la penetración absoluta y un contacto genital único: los testículos se posan suavemente entre los glúteos y el clítoris se encuentra presionado por la abertura de las piernas. La dificultad para besarse y la distancia de los rostros pueden ser ampliamente excitantes para ambos.
A muchas mujeres puede parecerles complicada, incómoda o dolorosa la visualización de esta postura, pero vale la pena probarla porque ofrece la penetración absoluta y un contacto genital único: los testículos se posan suavemente entre los glúteos y el clítoris se encuentra presionado por la abertura de las piernas. La dificultad para besarse y la distancia de los rostros pueden ser ampliamente excitantes para ambos.
La catapulta
Elevar las caderas, en el caso de las mujeres, es una valiosa
fuente de placer, ya que pone en contacto con el cuerpo del hombre áreas de su
cuerpo que, en posiciones más tradicionales, no se tocan. En este caso, el
hombre se arrodilla y recibe la vagina de su compañera dejando que ella apoye
los glúteos en sus muslos. La mujer puede extender sus piernas en el torso del
varón o flexionarlas apoyando las plantas de los pies en su pecho.
El hombre tiene fácil llegada al clítoris, por lo que puede estimular la zona con las manos y mirar la vagina en primer plano. El ritmo lo marcan juntos, acorde al deseo de ambos y a la flexibilidad de la mujer.
El hombre tiene fácil llegada al clítoris, por lo que puede estimular la zona con las manos y mirar la vagina en primer plano. El ritmo lo marcan juntos, acorde al deseo de ambos y a la flexibilidad de la mujer.
El espejo de placer
Ella se acuesta de espaldas, boca arriba. Levanta sus piernas y
deja que él las sostenga arrodillado al final de su cuerpo y apoyando el otro
brazo en el piso. El hombre penetra, domina y posee el control. La postura
permite variar el sentido de la penetración y la apertura de las piernas. Los
rostros no pueden acercarse y las manos poco pueden hacer en esta posición, lo
cual genera una ansiedad sumamente excitante: ambos cuerpos corren juntos la
carrera para llegar al orgasmo y reflejan en el otro los más variados gestos de
placer y lujuria.
El furor salvaje
También conocida como "perrito", esta posición es
apasionada y salvaje. Ambos en cuatro patas, concentra una cantidad de ventajas
que pocas posturas tienen: la comodidad del hombre para tocar el clítoris o el
ano de su compañera, la variedad de movimientos que permite, la posibilidad de
que la mujer tome con una mano los testículos del hombre y la facilidad para
intercalar sexo anal y vaginal.
Además, la posición permite al pene "atraparse" entre los glúteos, lo cual suele ser muy excitante para el hombre. En pocas palabras, el encuentro sexual que incluye esta postura suele ser salvaje y hacer furor entre sus protagonistas.
Además, la posición permite al pene "atraparse" entre los glúteos, lo cual suele ser muy excitante para el hombre. En pocas palabras, el encuentro sexual que incluye esta postura suele ser salvaje y hacer furor entre sus protagonistas.
El
tornillo
Nada más recomendable para una mujer
con dificultades para llegar al orgasmo que las posturas que presionan el
clítoris mientras la vagina es penetrada. En "El tornillo" esto se
cumple a rajatabla. Ella se acuesta en el borde de la cama y tiende sus piernas
flexionadas a un costado de su cuerpo (cada mujer sabrá cuál de los dos lados
le resulta más confortable).
Esto permite mantener el clítoris atrapado entre sus mejores aliados para llegar al preciado orgasmo: los labios vaginales. La mujer puede contraer y relajar toda la zona, mientras él la penetra arrodillado frente a ella y tocando sus pechos.
Esto permite mantener el clítoris atrapado entre sus mejores aliados para llegar al preciado orgasmo: los labios vaginales. La mujer puede contraer y relajar toda la zona, mientras él la penetra arrodillado frente a ella y tocando sus pechos.
Variante de: La doma
La mujer también puede "domar" a su potro colocándose
de espaldas a él y marcando el ritmo apoyando sus pies en el piso. Él, a su
vez, puede tocar sus pechos, besar su cuello y tirar del cabello de su
compañera mientras ella se mueve. El ángulo de visión que ofrece esta variante
es uno de los más excitantes para el hombre, ya que permite ver en primer plano
cada embestida que realiza su compañera.
El molde
Con las piernas juntas y recogidas (para que presionen bien al
pene), la mujer se tiende de costado y relaja su cabeza hacia atrás mientras él
la penetra, ya sea por la vagina o por el ano (excelente posición para sexo
anal) Los movimientos deben ser suaves y coordinados y la penetración lenta y
profunda: ambos cuerpos se amoldan como dos piezas perfectas de un
rompecabezas... "El molde" es ideal para mujeres que tienen problemas
en alcanzar el orgasmo y/o gustan de causar la fricción del clítoris durante el
coito: las piernas juntas logran este efecto tan placentero.
La
libélula
Ambos tendidos de costado, en un
lugar cómodo y flexible, como la cama. Ella de espaldas a él, los cuerpos
amoldados... En un alarde de destreza, la mujer pasa su pierna externa
flexionada abriendo la puerta al placer: el hombre la penetra haciendo palanca
con la pierna de ella, que se apoya en la cadera de él.
La penetración llega hasta la mitad del camino, por lo que el goce viene de la mano del deseo de que se haga profunda y estalle en el orgasmo más excitante...
La penetración llega hasta la mitad del camino, por lo que el goce viene de la mano del deseo de que se haga profunda y estalle en el orgasmo más excitante...
La somnolienta
La mujer se tiende de costado y el hombre se ubica en su espalda
para penetrarla. Ella estira una pierna hacia atrás y la enrosca en la cintura
de él. Ideal para hombres dotados y mujeres flexibles, "la
somnolienta" cumple varios anhelos de las mentes fantasiosas: en primer
lugar, que ella esté de espaldas a él, y al mismo tiempo acceda a su rostro y
cuello.
Además, que él tenga cómodo acceso al clítoris y los pechos de su compañera. La apertura de la pierna posterior de ella para recibir al pene y el abrazo de esa misma pierna alrededor del compañero es quizás lo más sexy de esta postura.
Además, que él tenga cómodo acceso al clítoris y los pechos de su compañera. La apertura de la pierna posterior de ella para recibir al pene y el abrazo de esa misma pierna alrededor del compañero es quizás lo más sexy de esta postura.
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