Hola Lili, cómo les fue en su
viaje, entró preguntándome a modo de saludo, yo me abalancé hacia él, y lo besé
en la boca, estaba sola, mis hijas estaban jugando en el patio con sus amigas,
me pegué a él como un náufrago a un madero, y mientras lo besaba y sin decir
palabra lo empecé a desnudar, sorprendido, empezó a recorrer con sus manos mi
cuerpo, no necesitaba desnudarme, solo tenía una camiseta larga y nada
abajo, la levantó rápidamente y yo inmediatamente quedé desnuda.
Sin
separarnos, lo llevé a mi cama, me tiré de espaldas y sin ningún preámbulo me
metí su glorioso instrumento hasta el fondo, no necesitaba preliminares pues
estaba encharcada, ¡Dios! un prolongado suspiro salió de mi boca, empecé
a mover las nalgas rítmicamente con el dentro de mí, el me atacaba despacio y
sorprendido, yo era la que llevaba el ritmo, hasta que no pude más, me llego el
clímax, ríos de estrellas salieron por mi vagina mojando el miembro de un sorprendido
Miguel, que al sentir mi orgasmo, empezó a moverse más de prisa, hasta que su
rico fierro se pudo enhiesto disparando una andanada de calientes líquidos
dentro de mí, al sentirlos en mis profundidades, no pude contener un
segundo orgasmo más reparador, mas liberador, más pleno.
Quedé aliviada y toda desmadejada
sobre la cama, Miguel sacó su verga y se acostó junto a mí, yo le pregunté por
Beto. No, no va a venir ahorita, dijo,- tiene clases hasta las diez de la
noche, y apenas son las cinco. Me
acomodé entre sus brazos, mientras yo acariciaba su vientre el me acariciaba la
espalda y las nalgas, estábamos totalmente desnudos, solos y juntos, no
me importaba nada más, yo lo besaba arrobada, recorría su cara con mis labios,
no tardó Miguel en responder de vuelta, su barra de carne se puso dura de nuevo
para mi placer, yo la cogí con mis manos y la acariciaba cariñosamente mientras
él se entretenía con mis pechos, amasándolos y besándolos, recorría con la
lengua mis pezones que parecían fresas, las aureolas hinchadas de deseo, lo
dejé boca arriba y me monté sobre el sin dejar de besarlo, su miembro duro me
recorría hasta las nalgas provocándome escalofríos de placer, yo las movía
abriéndolas y cerrándolas para envolver su verga entre ellas mientras el
suspiraba y sus manos me envolvían toda, separé más mis piernas
levantando el vientre hasta que sentí la punta de su instrumento apretar en
mi caliente entrada. Me quedé inmóvil por unos segundos, disfrutando esa
sensación tan deliciosa mientras mi boca de apretaba con la suya y mis manos
jugaban con su cara, las suyas recorrían desde mi cuello hasta las nalgas,
donde me apretaba enterrándome deliciosamente sus dedos, yo movía con
movimientos cortos mi cintura, provocando una ligera fricción en mi inundada
vagina, -mi amor, ¡que delicia!, ¡que rico se siente! Miguel me enterraba los
dedos en las nalgas abriéndolas y cerrándolas a su placer, -Lili, ¡que rica
estás, mamita! ¡estas preciosa mi amor! Yo ya no pude más, agarré con la mano
su verga e introduje la punta y sin más, la dejé entrar hasta la raíz, un
profundo suspiro salió de mi boca, -¡ay Miguel, cógeme mi amor!, cógeme toda
por favor, cógeme así, así, decía mientras me movía ansiosamente.
Respiraba
escandalosamente mientras me enterraba los dedos de las manos en las nalgas, me
apretaba frenéticamente las caderas haciendo más intensos nuestros movimientos,
-¡Miguel, te amo, te amo!, gritaba mientras me movía intensamente sobre él, -¡yo
también te amo!, suspiraba Miguel, -te amo desde siempre, mi vida, y desde
siempre te he deseado Lili, decía, -nunca, nunca te lo juro, me imaginé que te
tendría así, completamente para mí, ay mi amor, y cogiéndote como te estoy
cogiendo, ricura!, -¿te gusta, Miguel?, ¿te gusta cómo nos cogemos? Mi vida, coges
riquísimo, hermosa, y estás que te caes de buena. Mi vida, tú también me gustas
mucho, pero lo que más me gusta es esta hermosa vergeta que es completamente
mía, y que me hace ver estrellas cada que la tengo dentro de mí, ¡que rica!, le
decía mientras me movía acompasadamente, poco a poco mi vientre se pobló de
estrellas, un millón de mariposas se posaron sobre todo mi cuerpo haciéndome
ver luces multicolores a todo mi alrededor. ¡ay Miguel!, ¡me vengo mi amor!, ¡me
vengo , que delicia! ¡ay, mi amor!!!, las mieles de mi amor rociaron su duro
instrumento hundido en mi hasta las cachas. Me movía frenéticamente hasta que
me vine totalmente, mi cuerpo sudaba copiosamente, respiraba rápidamente y
bebía la respiración de Miguel profundamente, un larguísimo beso selló mi
orgasmo, el solo se dejó hacer, mi entrega era total, sin reservas, amaba
profundamente a ese hombre, pero igual, ambos sabíamos que jamás dejaría yo a
mi esposo, en mi egoísmo, moví un poco mi cuerpo, de pronto sentí la dureza de
Miguel, ¿mi amor, tú no has terminado, no te has venido?, -no, estoy
disfrutando de tu orgasmo, me encanta ver cómo te vienes, la cara que haces
cuando terminas, y como me aprietas todo, en el justo momento de tu venida.
Pendejo,
le dije cariñosamente, -ándale, vente dentro mío mi amor. ¿Cómo me quieres
coger? Mientras le preguntaba me levanté y puse de rodillas en la cama,
agachándome lo suficiente para que el apreciara mi culo. -Bueno, así me parece
bien, decía él mientras se levantaba y abría desmesuradamente los ojos ante el
espectáculo que tenía ante él, yo quedé inmóvil, con las nalgas al cielo
totalmente y la cabeza hundida entre las sabanas esperándolo, el veía y
acariciaba mi culo y mis caderas, las apretaba cariñosamente, me besaba ya una,
ya otra nalga, lamia mi ano, lamia mi vagina. -Miguel, métemela papacito, porque se nos acaba el tiempo
y te vas a quedar a medias -Ni madres, dijo enderezándose rápidamente a la vez
que acomodaba su dura verga en la entrada de mi vagina. -Eso es mi vida,
métemela toda como tú sabes, le decía yo. -Ahí te va Lili, toda como tú me la
pides, dicho esto simplemente movió sus caderas hacia adelante,
enterrándome su barra de fierro hasta el fondo.
Un profundo suspiro salió
de mi pecho, el cogió mis nalgas con ambas manos obligándome a mover el culo al
ritmo que el tenía, no hacía falta, yo abría y cerraba mis nalgas mientras
recorría su enorme barra, cuando entraba, yo abría las nalgas para que entrara
hasta el fondo, apretaba mis nalgas mientras su verga salía dándole una
sensación de acunar su delicioso instrumento, y otra vez para adentro hasta el
fondo, nuestros movimientos eran acompasados. Lili, mi amor, que ricura de culo
tienes! -
Es tuyo mi vida, cógeme hasta que te canses, cógeme toda por favor,
métemela hasta sacarme sangre mi amor, soy toda tuya, te pertenezco toda, has
lo que quieras corazón. -Mi vida, con solo cogerte como te estoy cogiendo ahora
me doy por bien servido, tienes un cuerpo tan delicioso, tus tetas son tan
ricas, y este culo, tu culo esta de maravilla. -Es todo tuyo corazón, para que
me cojas todo lo que quieras, para que me des hasta que te canses, así mi amor,
así cógeme! Entonces sentí como su verga se hincho más todavía mientras el
tensaba sus músculos y me apretaba las nalgas enterrando sus dedos
deliciosamente, hasta que empezó a escupir chorros de líquidos calientes en mi
matriz, al mismo tiempo que yo me venía de nueva cuenta. Caí desmadejada así
como estaba, boca abajo clavada por la estaca de Miguel que, sin sacarla, se
dejó caer también encima mío, así estuvimos hasta que recuperamos el
aliento, entonces él se levantó dándome un cariñoso beso entre las nalgas
y se empezó a vestir, yo me levanté y sin secarme sus jugos, me volví a poner
la camiseta de Beto que apenas y me tapaba, me calcé unas chanclas y les grité
a mis hijas que ya se metieran a la casa para hacer sus tareas, ellas con caras
ceñudas obedecieron, cuando entraron encontraron a Miguel sentado en la sala
viendo la tele. -Hola Miguel, saludaron educadas, y se pusieron a hacer su
tareas silenciosamente. -¿Quieres un café Miguel? le pregunté. -Si Lili,
gracias.
Esa fue la última vez que Miguel
y yo estuvimos juntos, ya no hubo una próxima vez, de común acuerdo, cada uno
hizo su vida, yo me aburría en casa, Beto casi nunca estaba, se iba a las 6 de
la mañana, anochecía y estaba sola porque él llegaba a las once de la noche,
solo nos tocábamos ya dormidos, y a veces ni eso.
Escrito por LaeticiaGonzalez 25-01-2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario